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CALLES QUE SON ESPECIALES

Calles que son especiales
Autor: Laddy Cortorreal
www.villajuana.org


Escribiremos este tipo de artículo
De vez en cuando, para denotar las
calles donde más insidencia tuvimos
en nuestra juventud.

Mauricio Báez, es una de ellas
Es una calle llenas de recuerdos, muchos de ellos se hacen sentir todavía. Desde el comienzo hasta el final de esta calle, las cosas agradables son muchas. Cuartel especializados de la Policía Nacional, casi llegando a la avenida V. Centenario, donde las mujeres acuden a denunciar maltratos, también albergan a menores con problemas. Más adelante está el otrora y combativo sindicato de los Trabajadores Eléctricos, SITRACODE, con un historial que nadie desconoce.

Más adelante, la casa que albergaba a los no videntes, si seguimos caminando, llegando a una de las instituciones más importante del sector, la iglesia Sagrado Corazón de Jesús, donde niños, adolescente, jóvenes y adultos acuden a buscar el pan de la enseñanza, la fe, deportes, cultura y otras ayuditas. En todo este trayecto, vemos casas que sirvieron de alojo a algunas organizaciones de hermosos recuerdos.
Llegamos a la casa marcada con el número 102, un poco después de la María Montez, donde vive doña Hilda Adámes de Cortorreal, a la cual llamo "Dama de hierro", calificativo, que sólo se lo doy a una raza de mujeres excepcionales entre las que con gran honor, está doña Hilda.

Bueno, seguimos trillando nuestro camino, llegamos a la casa marcada con el número 134, que para los más viejos guarda recuerdo de la caída de la Tiranía Trujillista, donde los impactos de proyectiles sirven para mantener viva la historia de esa época. Esta casa fue la 3ra, que viví después de llegar de mi pueblo natal, Pimentel.
Al igual que esta casa, la del frente, la número 157, donde vive aún la familia de uno de los mejores amigos que tuve, el difunto Kinco, como lo llamamos siempre, esta casa fue alojadoras de muchas de las travesuras que hicimos como mozalbete Rene Eyer Cueva, Tibe Vargas, Dionis de los Santos, Kinco, Miguelito, Enrique, entre otros más que aparecía y desaparecían.

En el frente de esta casa, además de jugar a cuantas actividades quisiéramos, era también para las reuniones de leer un libro, para comentar cualquier cosa, entre las que no escapaban las chicas.

La casa marcada con el número 159, no era de nuestra incumbencia, ya que era especie de casa donde los hombres y mujeres saciaban la sed del deseo sexual y bebidas alcohólicas, en esa época solo llegábamos a enamoramientos de chicas de nuestras mis edades. Por lo que don Juan nunca tuvo problema con nosotros, hasta el extremo que recuerdo que don Juan Linares, fue uno de lo que sirvió como garante cuando me inscribí en la universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, ya que para optar por créditos educativos, el garante era de vital importancia.

Después de esta casa, recuerdo a doña Sofía, en la casa marcada con el número 161, donde hoy están ubicados los apartamentos para profesores, su tienda, siempre bien surtida, donde mi madre, siempre compraba, no solo por los precios bajos, también por que yo era de los muchachitos favoritos de esta hermosa y humana dama.

Seguimos caminando, llegando a la casa del doctor Max. de Jesús Rojas, la cual desde hace mucho tiempo se ha convertido en una parada obligada para muchas personas. Con este ilustre villajuanense, las horas parecen minutos, gracias a tantos conocimientos que este ser humano posee a pesar de sus casi 97 años. Sigue siendo como una biblioteca, donde mucho, pasamos a “beber de esa sabiduría", que nos brinda siempre nuestro gran amigo el doctor Rojas.

De la casa del doctor Rojas se llega con solo mudar un paso al Club Mauricio Báez, donde ningún villajuanense ha dejado de ir, sea por salud, deportes, educación, cultura o simplemente a ver que consiguen con un hombre que siempre está presto a ayudar, Leo Corporán.

Del Club Mauricio Báez, al igual que de la iglesia Sagrado Corazón de Jesús, es mucho lo que puedo escribir, tanto, que se necesitarían muchas hojas para decir aunque sea una parte.

La mata de almendra de la calle Mauricio Báez
Esta mata, ubicada casi esquina Máximo Gómez, pasó de un centro de perversión, muertes, borracheras y otras tantas cosas más, a ser un centro de estudio, dejando recuerdos gratos a muchos, especialmente a mí. Ahí estaba ubicado el Colegio "Gran Poder de Dios", propiedad de una dama, que ha dedicado casi toda su vida, a dar el pan de la enseñanza a miles de munícipes no solo de Villa Juana, también de otros barrios.

Doña Hilda Adámes de Cortorreal, a la cual llamo "Dama de hierro", calificativo, que sólo se lo doy a una raza de mujeres excepcionales entre las que con gran honor, está doña Hilda.

En lo personal, quisiera que esta mata de almendra siga ahí, para refrescar la memoria de las generaciones futuras, de que en ese lugar estuvo ubicado el colegio “Gran Poder de Dios”, para honra y satisfacción de nuestro sector. En pocas palabras, esta mata de almendra está llena de grandes, hermosos y fructíferos recuerdos para muchos.

Osvaldo García de la Concha
otra calle de muchos recuerdos.

Los primeros estudios por lo que pasé desde que llegué a la Capital, fue en el colegio 27 de Febrero, de la familia Cabrera, recuerdo con especial motivos a Zótica Cabrera, a Gladis y Manuel. También con mucho más recuerdos a doña Esterbina y don Teo, madre y padre de estas distinguidas damas, Zótica y Gladis.

Al lado de este colegio estaba la casa de doña Nana, fallecida a los 104 años, una de las más distinguidas munícipes villajuanense. Para indicar la importancia de esta calle en cuanto a recuerdos se refiere, he vivido en cuatro casas diferentes, la número 95, donde ahora está un paqueo almacén, de la empresa “Susana Hermano”, después me mudé a la casa número 38 entre la calle Francisco Villaespesa y la Peña Batlle, luego a la número 101 casi llegando a la Paraguay.

En esta calle viven muchos de mis amigos de infancia, de la juventud y de mi media vejez. Por esta otras razones, en esta calle viven muchos recuerdos que me hacen sentir enormemente agradecido de la vivencia en este barrio.
En vivido en tres ocasiones o mejor dicho en tres residencias diferentes a lo largo de mi estancia en este pedazo de tierra.

El genio de Osvaldo García de la Concha, le hizo saber al mundo que un dominicano le demostró a Albert Einstein, de que estaba equivocado en 8 de 10 puntos de sus experimentos.

Y donde el mismo Einstein, consideró a este hijo de quisqueya un verdadero genio.
En esta calle puedo recordar a entre otras a doña Chichita, distinguida mujer que vivió en la casa marcada con el número 87, igualmente a Rafael Perdomo Grullón, y Fernánda Báez Santana, y otros tantos que nunca he podido dejar en el olvido. Por todo lo dicho, esta calle para mi está llena de recuerdo.

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