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Doña Hilda verdadera villajuanense

Doña Hilda verdadera villajuanense

La calle se adorno con tus zapatos de charol lustrados, de tu pelo planchado de almidón y caminar sereno dos veces por día al colegio desde la María Montés a la Máximo Gómez. con tu lonchera para el desayuno y cantinas de arroz con habichuelas en las tarde en que pasabas por el frente de mi casa.

Hiciste de una casa de putas un colegio donde sembraste hijos que viven por doquier, hijos postizos que te quieren y con tu instinto de madre nunca dejaste solos, no importa que faltara dinero para pagar el mes, o que mi camisa estaba arrugada de traerla en la bici cuando llegaba a la escuela y me portara mal con Felipe y Socorro.

Te mataron el alma hace tiempo, te dejaron sola los niños que correteamos con pistolas de mito el frente de la escuela y volaban capuchines en la azotea las primaveras de vacaciones.

Nunca diste un "reglazo" la ronca de tu voz era suficiente para que arregláramos las sillas y responder con un chillido "buenas tardes doña Hilda" en la que usted aparecía con consejos y reuniones largas que frustraban ver la serie del llanero Solitario. Ya te fuiste, para mi no fue aquel sábado en que Fausto me llamo para contarme.

No fue el día que me vine a Nueva York y me despediste con un beso y vi en tu ojos la tristeza del librero lleno de papeles, del escritorio de madera podrido y las sillas de la escuela llenas de letreros "por aquí paso Caraballo" "Yoanka y yo""Kelvin el mejor" y hacer de mi silla favorita la que tenia grabada la formula de ecuación perfecta "b es = a +- raíz cuadra de b al cuadrado mas c al cuadrado dividido entre dos". Y tenerte en mente para llevarte un Mont blanc, pero tu no querías Mont Blanc, en tu mano un Paper Mate era suficiente para arreglar la nota y desafiar al tiempo. No moriste el sábado, no te morirás nunca, tus hijos somos bastantes, los que crecimos respetándote, temiéndote, evitando tus discursos cuando me portaba mal y llegaba tarde a las clases con olor a cervezas.

Ni la ultima vez que te vi que me rompiste el alma acariciadome con cada palabra la calva mientras yo miraba colgada en la dirección la foto de cuando jugamos basket en la escuela.

La gente como usted no muere Dona Hilda, ni porque pongan escuelas mas modernas y el apartamentito donde mudo el colegio a pesar de pequeño este vacío; en su corazón guarda un ejercito, no importa que hayas marchado, no importa si hoy no camina la Mauricio desde la Maria Montés a la Gómez, no importa que no volvamos a vernos, no importa que la gente no advierta que existe entre tantos edificios en construcción hoy que no está de moda escribir a mano,!" quien dijo que el mundo iba a ser esta mierda" tu que lo pintabas con lápices de colores y cuadernos Petete.

Quien dijo que tu cuerpo es eterno? quien dijo que el amor se muere? No importa que el sábado te fuiste sin despedirte, que las flores no sean suficientes que el ataud nos pese y perdamos de vista el cementerio lleno de grafitis y tecatos y tus zapatos negros no pisen los contenes de mierda de este barrio, que la música del colmado no te deje enseñar en la pizarra coja y las computadoras compitan con tu caligrafiada letra y en vez de clases de taquigrafía las niñas del barrio quieran ser Corporettes" .que no te vea desde hace dos años, que no te veré nunca, que importa si nada importa. Tu siempre tendrás en nuestro corazón un colegio.

Gracias por existir, por enseñarme a leer y salvarme la vida.

Autor:
Henry Francisco

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