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CALLES DE VILLA JUANA

Las calles de mi barrio
Autor: Laddy Cortorreal
www.villajuana.org


La asignaciĆ³n de los nombres de las calles es facultad de Los Ayuntamientos, mediante la aplicaciĆ³n de la Ley 3456, que hace referencia a la OrganizaciĆ³n del Distrito Catastral, de fecha 21 de diciembre del 1952.

La Ley 5622 Sobre AutonomĆ­a Municipal, del 14 de septiembre del 1961 y la Ley 2439 Sobre AsignaciĆ³n de Nombres, de fecha 8 de julio de 1950.

Para hablar de calles, especialmente si se menciona donde comienzan y donde terminan, es obligatorio saber el lĆ­mite del barrio en el cual vamos a referenciar las calles en cuestiĆ³n. SegĆŗn la Ley 3456 que hace referencia a la OrganizaciĆ³n del Distrito Catastral, nos dice que Los Ayuntamientos en el caso nuestro el del Distrito Nacional, deberĆ­a tener totalmente claro donde comienza y termina un barrio.

Hacemos este comentario, porque en nuestras investigaciones el mayor problema que confrontamos es ciertamente, no haber encontrado los lĆ­mites claros en este caso de Villa Juana.

Veamos lo que conseguimos en la oficina de atenciĆ³n al ciudadano, del Ayuntamiento de la ciudad mĆ”s vieja del nuevo mundo.

Los lĆ­mites de Villa Juana, son los siguientes:

NORTE: Pedro Livio CedeƱo, desde la Av. MĆ”ximo GĆ³mez, hasta la calle Hermanos PinzĆ³n.
SUR: Av. San MartĆ­n, desde la Av. MĆ”ximo GĆ³mez, hasta la calle Manuel Ubaldo GĆ³mez.
ESTE: Calle Manuel Ubaldo GĆ³mez, desde la Pedro Livio CedeƱo con Hermanos PinzĆ³n, hasta la Av. San MartĆ­n.
OESTE: Av. MĆ”ximo GĆ³mez, desde la Pedro Livio CedeƱo, hasta la Av. San MartĆ­n.
Nota: cuando escribĆ­ el libro “Memorias de Villa Juana”, en el aƱo 1996, el Ayuntamiento del Distrito Nacional ofreciĆ³ estos lĆ­mites: (pĆ”g. 11).
Norte : Pedro Livio CedeƱo.
Sur : Avenida San MartĆ­n.
Este : Manuel Ubaldo GĆ³mez.
Oeste : Av. MĆ”ximo GĆ³mez.

Aunque algunos entendidos afirman que despuĆ©s del aƱo 1987, con la construcciĆ³n del proyecto residencial y comercial, denominado “Proyecto Villa Juana – Villa Cosuelo”, la modificaciĆ³n en lo referentes a los lĆ­mites de estos dos barrios, fueron alterados automĆ”ticamente.

Aunque la Sala Capitular del Distrito Nacional no ha emitido ninguna resoluciĆ³n haciendo referencia a esta situaciĆ³n, y que el plano original del 11 de julio del aƱo 1947, no ha sido modificado oficialmente, dejando al libre albedrĆ­o todo lo relacionado a los lĆ­mites entre estos dos barrios.

Veamos lo importante de aclarar esta situaciĆ³n, si en Villa Juana o Villa Consuelo, se decide realizar un censo, para determinar la realidad habitacional, o la comercial, o si queremos saber cuĆ”ntos niƱos menores de 12 aƱos tenemos, o mĆ”s bien, cuĆ”ntos envejecientes existen, para determinar la capacidad para un albergue.

Podemos ver, que se complicarĆ­a la situaciĆ³n si no tenemos claro donde comenzamos o donde terminamos como barrio. Se ve algo sencillo, pero no lo es, los lĆ­mites, son y serĆ”n de importancia vital para desarrollar un Ć”rea geogrĆ”fica.

La capacidad habitacional, da poder polĆ­tico, la capacidad de infraestructuras comerciales dan poder econĆ³micos, y para determinar la primera o la segunda, es obligatorio saber donde comenzamos y donde terminamos.

Por razones obvias, tenemos que aceptar los lĆ­mites que el Ayuntamiento dice y afirma que son.

El inicio
En el aƱo 1940, se comenzaron a dar los primeros pasos para parcelar este vasto territorio, y asĆ­ dar inicio a la fundaciĆ³n de un barrio organizado territorialmente. El nombre inicial con el que la Sala Capitular del Ayuntamiento de Distrito Nacional le bautizĆ³ fue con el de “Reparto Villa Juana”.

El Presidente de la RepĆŗblica a la sazĆ³n, el dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina, personalmente hizo saber al agrimensor JosĆ© FernĆ”ndez, que las calles deberĆ­an ser anchas y con aceras amplias, para que se permitiera una buena circulaciĆ³n tanto vehicular como peatonal, que ademĆ”s se facilitara la siembra de Ć”rboles.

En general, las calles de mi barrio (sector capitalino), se mantienen siempre en buen estado. Su localizaciĆ³n cĆ©ntrica lo hace merecedor de ciertas facilidades que otros no tienen. Un aspecto interesante, que podemos seƱalar con respecto a las calles de Villa Juana, es que sus nombres estĆ”n asociados a personajes de grandes hazaƱas y relevancia histĆ³rica.

Calles del sector de Norte a Sur
1. MĆ”ximo GĆ³mez
2. Vigil DĆ­az
3. Osvaldo GarcĆ­a de la Concha
4. Summer Welles
5. Alonso de Espinosa
6. MarĆ­a Montez
7. Calle Moca
8. Juan Erazo
9. Calle Seibo
10. Marcos AdĆ³n
11. Av. Expreso V Centenario
12. Manuel Ubaldo GĆ³mez

Calles del sector de Este a Oeste
1. San MartĆ­n
2. JosĆ© de JesĆŗs Ravelo
3. Profesor AmĆ­ama GĆ³mez
4. Tunti CƔceres
5. Francisco Villaespesa
6. Mauricio BƔez
7. Calle Paraguay
8. FernƔndo Arturo LogroƱo
9. AmƩrico Lugo
10. Marcos Ruiz
11. Pedro Livio CedeƱo
12. Calle Charles Piet - transversal
13. Calle Hermanos PinzĆ³n –transversal-

La calle Charles Piet (en la antigĆ¼edad llamada Camino Chiquito) es una de esas calles que su trayecto es raro, al no estar orientada ni de Sur a Norte, ni tampoco de Este a Oeste, ya que es una calle transversal. Comienza en la calle MarĆ­a Montez y termina en la calle Seibo.
En el pasado, la calle Charles Piet servĆ­a de enlace para llegar hasta Villa Mella. De la misma manera podemos citar la calle hermanos PinzĆ³n, que al igual que la Charles Piet, es de orientaciĆ³n transversal, y que dentro del territorio villajuanense comienza en la calle Manuel Ubaldo GĆ³mez y termina en la calle Pedro Livio CedeƱo.

Av. MĆ”ximo GĆ³mez
Esta importante avenida, es la que sirve a Villa Juana de limĆ­trofe al norte con el ensanche La Fe. Es una calle de vital importancia en lo relativo al comercio.
AdemĆ”s, esta avenida fue la seleccionada para el moderno transvĆ­a, llamado “Metro”. Es el sistema de transporte mĆ”s moderno que existirĆ” en la RepĆŗblica Dominicana.
Este moderno sistema de transporte ideado en el gobierno del doctor Leonel FernĆ”ndez Reyna, quien tiene fuertes raĆ­ces de su infancia viviendo en este barrio de Villa Juana, de la misma manera quienes estĆ”n a cargo de dicha construcciĆ³n, lo es el tambiĆ©n villajuanense ingeniero Diandino PeƱa, ademĆ”s estĆ” con gran cargo y rango de responsabilidad el tambiĆ©n villajuanense ingeniero Leonel Carrasco. Como se puede notar, la presencia villajuanense en este gran proyecto de transporte tiene gran incidencia villajuanense.

BiografĆ­a de MĆ”ximo GĆ³mez

Ilustre dominicano quien luchĆ³ junto a JosĆ© MartĆ­, Antonio Maceo y otros grandes latinoamericanos, para lograr la independencia Cubana.

NaciĆ³ en la comunidad de BanĆ­, en el aƱo 1836; militar de ascendencia espaƱola. A los 20 aƱos de edad se iniciĆ³ en la guerra en la “Batalla de SantomĆ©”. AceptĆ³ la anexiĆ³n como algo natural. Durante La RestauraciĆ³n y debido a los excesos de Pedro Florentino, en el Sur, decidiĆ³ combatir a los patriotas restauradores. En el aƱo 1865 abandonĆ³ el paĆ­s junto a las tropas espaƱola de la cual era capitĆ”n.

Se estableciĆ³ en Cuba como reservista; opuesto al tratamiento dado a los esclavos por los espaƱoles. Se uniĆ³ mĆ”s tarde a la conspiraciĆ³n en contra del rĆ©gimen espaƱol de aquella isla. A partir del 1862 se uniĆ³ a la guerra por la independencia cubana (Guerra de los 10 AƱos). Durante esta primera campaƱa, la estrategia y hĆ”bil direcciĆ³n de MĆ”ximo GĆ³mez dieron importantes victorias al ejĆ©rcito independentista cubano. El machete se convirtiĆ³ en una poderosa arma ofensiva contra los espaƱoles.
Firmada la “Paz de ZajĆ³n”, MĆ”ximo GĆ³mez ab
ndonĆ³ a Cuba, para formar parte del ejĆ©rcito HondureƱo en 1879; a partir de 1882, se inician las relaciones entre JosĆ© MartĆ­ y este ilustre hijo de Quisqueya.

Al tiempo que MĆ”ximo GĆ³mez profundiza sus relaciones con JosĆ© MartĆ­, estrechaba mĆ”s su amistad con Antonio Maceo, con quien iniciĆ³ una segunda campaƱa por la independencia de Cuba.

Esta campaƱa por la independencia cubana, por razones no muy claras, alejĆ³ al quisqueyano GĆ³mez de JosĆ© MartĆ­ hasta el aƱo 1887. Estando GĆ³mez en su paĆ­s natal, fue cuando volviĆ³ a entrar en contacto con JosĆ© MartĆ­, y siete aƱos despuĆ©s, se embarcaron desde hacia Cuba.

Fue en este momento que se iniciĆ³ la segunda campaƱa independentista bajo la direcciĆ³n de MĆ”ximo GĆ³mez. MartĆ­ muriĆ³ poco despuĆ©s en el aƱo 1895, pero el dominicano condujo a los patriotas cubanos hasta la victoria. El 24 de febrero de 1897 entro MĆ”ximo GĆ³mez y su triunfante ejĆ©rcito a la Habana. El libertador de Cuba fue destituido poco despuĆ©s como jefe de las Fuerzas Armadas por negar su apoyo a un emprĆ©stito. Luego se resistiĆ³ en el Calabazar Cuba, en el aƱo 1905, no sin antes redimir al pueblo cubano del dominio colonialista espaƱol, hasta lograr su Libertad.

La avenida MĆ”ximo GĆ³mez comienza en la George Washington, y termina en la NicolĆ”s de Ovando. Luego, se prolongĆ³ hasta el puente de La Cementera. En el sector de Villa Juana, esta calle hace intersecciĆ³n con la calle San MartĆ­, Tunti CĆ”ceres, PeƱa Batlle, Mauricio BĆ”ez, Paraguay, AmĆ©rico Lugo y Pedro Livio CedeƱo.
Calle Vigil DĆ­az

El nombre de esta calle es en honor a un dominicano que viviĆ³ para aportar su talento para las futuras generaciones. Poeta lĆ­rico y prosista. Otilio Vigil DĆ­az, naciĆ³ en Santo Domingo, el 6 de abril de 1880. Poeta y narrador. Hijo de Francisco Vigil e Isabel DĆ­az. CursĆ³ su educaciĆ³n primaria y secundaria en Santo Domingo, pero no siguiĆ³ los estudios universitarios. Su paso por New York y Cuba y su estadĆ­a en ParĆ­s durante las primeras dĆ©cadas del siglo XX, marcĆ³ su producciĆ³n literaria. La literatura francesa del momento despertĆ³ en Ć©l un inquietante espĆ­ritu de renovaciĆ³n artĆ­stica.

De regreso a la RepĆŗblica dominicana fundĆ³ el Vedrinismo, primer intento de movimiento literario de vanguardia en la RepĆŗblica Dominicana que abogĆ³ por la introducciĆ³n del verso libre a la poesĆ­a nacional. A pesar de ser el Ćŗnico representante del Vedrinismo Vigil DĆ­az logrĆ³, con la publicaciĆ³n del poema "Arabesco" en 1917, que la poesĆ­a dominicana diera sus primeros pasos hacia la modernidad. Sus poemas y ensayos de opiniĆ³n fueron difundidos en las revistas Cromos, Letras, La Cuna de AmĆ©rica, Renacimiento, Cosmopolita, Bahoruco El dĆ­a estĆ©tico y Blanco y Negro. Durante varios lustros mantuvo la columna Fatamorgana, primero en el periĆ³dico ListĆ­n Diario, luego en La OpiniĆ³n y finalmente en La NaciĆ³n. En el inicio de su carrera literaria estuvo ligado al Postumismo, pero las diferencias estĆ©ticas con los postumistas, lo obligaron a distanciarse de dicho grupo.

MuriĆ³ en Santo Domingo el 20 de enero de 1961.
La calle Vigil DĆ­az comienza en la avenida San MartĆ­n y termina en la calle AmĆ©rico Lugo. En el sector de Villa Juana hace intersecciĆ³n con la Tunti CĆ”ceres, PeƱa Batlle, Francisco Villaespesa, Mauricio BĆ”ez y Paraguay y AmĆ©rico Lugo.

POESIA. GĆ³ndolas. Santo Domingo: Imprenta Vda. Roques y CIA., 1913; Miserere patricio. Santo Domingo: Imprenta Vda. Roques y Cia, 1915; Galeras de Pafos. Santo Domingo: EdiciĆ³n libre, 1921. Del Sena al Ozama. Santo Domingo: Imprenta Vda. Roques y CIA., 1922; MĆŗsica de ayer. Santo Domingo: Editora Montalvo, 1925.
CUENTO. OrƩgano. Santo Domingo: Imprenta Dominicana, 1949.
ANECDOTA. LilĆ­s y Alejandrito. Santo Domingo: Editora Montalvo, 1956.

VEDRINISMO. Tendencia literaria responsable de la introducciĆ³n del verso libre a la poesĆ­a dominicana. El Vedrinismo no debe considerarse como un movimiento literario en sĆ­, ya que los vedrinistas no elaboraron ni desarrollaron un plan de trabajo definido como lo hicieron los demĆ”s movimientos anteriores y posteriores a Ć©ste.

Vigil DĆ­az, su creador, se limitĆ³ a la bĆŗsqueda de una transformaciĆ³n formal en la poesĆ­a mediante la utilizaciĆ³n del verso libre, olvidĆ”ndose de que casi todo lo que se escribĆ­a en la RepĆŗblica Dominicana en aquel momento estaba Ć­ntimamente ligado al modo de pensar europeo.

La estadĆ­a de Vigil DĆ­az en Francia lo puso en contacto con escritores vanguardistas que abogaban por el rompimiento total de las formas poĆ©ticas europeas vigentes, de quienes absorbiĆ³ los modelos poĆ©ticos que posteriormente introdujo en la literatura dominicana.

AsĆ­ lo expone en la introducciĆ³n a su libro Galeras de Pafos: "Yo he tendido, por supervisiĆ³n instintiva, a realizar la ambiciĆ³n de que habla Baudelaire a Arsenio Houssage: a la ambiciĆ³n de soƱar con una prosa poĆ©tica, musical, sin ritmo ni rima, bastante flexible y bastante trunca para adaptarse a los movimientos lĆ­ricos del alma, a las ondulaciones del sueƱo y a los sobresaltos de la conciencia."

El origen de la palabra Vedrinismo, segĆŗn Manuel Rueda, e
como sigue: En 1912 ocurriĆ³ la muerte del aviador francĆ©s Jules Vedrin, cuyas hazaƱas aĆ©reas conocidas como “Looping the loop”, mĆ”s un vuelo realizado por Ć©ste entre ParĆ­s y Madrid, le habĆ­an dado fama en su Francia natal. Vigil DĆ­az, suponiendo que su reciĆ©n estrenado modo de escribir poesĆ­a tenĆ­a semejanza con los actos acrobĆ”ticos de Vedrin, no vacilĆ³ en bautizar su nuevo estilo con el apellido de dicho artista, de donde se deriva la palabra Vedrinismo. Pero esa explicaciĆ³n no fue lo suficientemente convincente como para lograr que su proyecto ganara adeptos. En consecuencia, Ć©l mismo tuvo que asumir el rol de dirigente, miembro Ćŗnico y simpatizante del Vedrinismo.

Con eso Vigil DĆ­az no estaba saliĆ©ndose de la prĆ”ctica comĆŗn de la Europa de aquellos dĆ­as, donde era prĆ”cticamente imposible encontrar movimientos vanguardistas cuyos nombres tuvieran explicaciones lĆ³gicas y convincentes capaces de trascender las aspiraciones personales de sus creadores. Los ideĆ³logos de los ismos siempre encontraron cĆ³mo justificar sus ingeniosas y audaces pirotecnias formales y verbales. Ni los cubistas (Francia, 1906), transformadores de la plĆ”stica y de la literatura por un largo perĆ­odo; ni los futuristas (Italia, 1909), con los revolucionarios y, ocasionalmente, crueles planteamientos de Marinetti; tampoco los expresionistas (Alemania, 1910), que trataron de llegar alcanzar la mĆ”s profunda esencia humana por medio de casi todas las manifestaciones artĆ­sticas; ni mucho menos los dadaĆ­stas (Suiza, 1916), encabezados por TristĆ”n Tzara y quien con sobrada solemnidad decĆ­a que DadĆ” no tenĆ­a ningĆŗn significado, pudieron dar explicaciones verosĆ­miles sobre los nombres de sus movimientos.

Algunos de los movimientos vanguardistas lograron proyectarse fuera de sus entornos geogrĆ”ficos; otros, generalmente los mĆ”s localistas, quedaron sĆ³lo como patrimonios nacionales, y los mĆ”s egocĆ©ntricos apenas sirvieron para satisfacer el ego de sus propulsores. A este Ćŗltimo grupo pertenece el Vedrinismo. El siguiente juicio de Vigil DĆ­az asĆ­ lo confirma: "Siempre me he empeƱado en no perder el pensamiento y la palabra que me da con lealtad y exactitud la medida de mi sensibilidad, mi mĆŗsica Ć­ntima, la conservaciĆ³n intacta de mi yo..." Vigil DĆ­az no elaborĆ³ ningĆŗn tipo de proclama ni de manifiesto ni tampoco propuso un programa de grandes aspiraciones, como era propio de los vanguardistas. El planteamiento estĆ©tico o lo que podrĆ­a considerarse como tal estĆ” condensado en los siete pĆ”rrafos que componen el prĆ³logo de Galeras de Pafos.

La importancia de Vigil DĆ­az en la literatura dominicana estĆ” patentizada por el hecho incuestionable de haber introducido el verso libre en la misma, como lo confirma la publicaciĆ³n del poema "Arabesco", el 10 de noviembre de l9l7, en el nĆŗmero 2 de la revista “La Primada de AmĆ©rica”, cuyo texto es el siguiente.

Yo no deseo glorias ni riquezas: sĆ³lo anhelo
perpetuarme en un poema rojo como tus labios,
blanco como tus manos,
Yo no deseo glorias ni riquezas: sĆ³lo anhelo,
perpetuarme en un poema sereno como tu frente,
sedoso como tu pelo,
bĆŗrneo como tu garganta,
heroico como tus senos.

Yo no deseo glorias ni riquezas: sĆ³lo anhelo
perpetuarme en un poema breve como tus pies,
nephante y rĆ­tmico como tus ansias: un
poema que tenga: el alma de JesĆŗs
de NerĆ³n de Nietsche
de San Francisco de AsĆ­s
de Santa Teresa de JesĆŗs.
de Lucrecia, Cleopatra
y SalomƩ...

La fecha de introducciĆ³n del verso libre en la RepĆŗblica Dominicana ha sido objeto de mucha discusiĆ³n entre crĆ­ticos e investigadores dominicanos. Carlos Federico PĆ©rez en EvoluciĆ³n poĆ©tica dominicana afirma que las primeras manifestaciones del verso libre en el paĆ­s datan de l909, fecha en que Ricardo PĆ©rez Alfonseca publicĆ³ el poemario MĆ”rmoles y lirios. Por otra parte, DiĆ³genes CĆ©spedes, en Lenguaje en Santo Domingo en el siglo XX, otorga dicho mĆ©rito a Ricardo Vicente SĆ”nchez Lustrino, por la publicaciĆ³n de "Pro-Psiquis", en l9l2. El propio Vigil DĆ­az publicĆ³, antes de la apariciĆ³n de "Arabesco", en l9l7, poemas verso libristas. No obstante, la mayorĆ­a de los estudiosos toman el l0 de noviembre de l9l7 como fecha oficial de la apariciĆ³n del versolibrismo en la RepĆŗblica Dominicana debido a que Vigil DĆ­az, a diferencia de PĆ©rez Alfonseca y SĆ”nchez Lustrino, estaba consciente de que estaba trabajando un sistema de medida y de organizaciĆ³n del verso que se apartaba de la poesĆ­a tradicional dominicana de entonces. El Vedrinismo no logrĆ³ despertar mayor interĆ©s en otros poetas de la Ć©poca. El Ćŗnico seguidor de Vigil DĆ­az fue ZacarĆ­as Espinal.

Postulados del Vedrinismo
“Yo he tendido, por supervisiĆ³n instintiva, realizar la ambiciĆ³n de que habla el divino poeta Baudelaire a Arsenio Haussaye: a la ambiciĆ³n de soƱar con una prosa poĆ©tica, musical, sin ritmo ni rima, bastante flexible y bastante trunca para adaptarse a los movimientos lĆ­ricos del alma, a las ondulaciones del sueƱo y a los sobresaltos de la conciencia.”

Peter Altemberg aconseja: "ante todo, escĆŗchate a ti mismo, da oĆ­dos en ti, a tu propia voz; no tengas vergĆ¼enza de ti mismo; no te dejes asustar por tus sonidos, aunque sean desacostumbrados, con tal que sean tuyos: ten valor para tus desnĆŗdese; pinta a un hombre en una frase; un suceso del alma en una pĆ”gina; y un paisaje en una palabra."

Siempre me he empeƱado en no perder el pensamiento y la palabra que me da con lealtad y exactitud la medida de mi sensibilidad, mi mĆŗsica Ć­ntima, la conservaciĆ³n intacta de mi yo: y por lo demĆ”s y los demĆ”s, que derrame su veneno el crĆ³talo y su baba el caracol.

Por lo que toca a la estƩtica del futuro, Ʃsta serƔ amƩtrica, astringente y wagneriana, por no decir que serƔ divina armonƭa del desorden.

Es pertinente advertir que mis poemas, aquellos que adoro de hinojos, venidos de profundidades misteriosas, los mƔs complicados, los que piden la camisa de fuerza, y que conservo inƩditos, para desleƭrlos mƔs tarde en azul, a travƩs de mis flautas de Parƭs, unos fueron escritos en Francia; otros, los mƔs, hace dos lustros sin influencias ni calcomatismos.

¿Galeras de Pafos?... Afroditas, Melitas, Lesbias, Hetairas y Pallakas. Yncubos y Subsubos. Sadismos y Masoquismos. SĆ”tiros y Bacantes coronados de pĆ”mpanos.

EurĆ­tmicos efebos deshojando rosas. Lechos de sĆ”ndalo y marfil. Simiente. Palomas blancas y vasos de perfumes. TirĆ­bulos y crepitantes y embriagadoras sandĆ”caras. CrĆ”teras de Hidromiel. Liras y flautas. Ɓnforas de vino color sangre y de topacio. Esclavos, remos de plata, y velĆ”menes resumando pĆŗrpura sobre las ondas azules y espumosas del ponto que arrulla y refresca la isla maldita de Chipre. Pues nada de esto; el tĆ­tulo de este libro, nada tiene que ver con el alma de este libro, que es casi inofensiva, transparente y sencilla como una campiƱa; es simplemente el cumplimiento de un canon parnasiano: todo tĆ­tulo debe ser bello, poco importa que no diga nada...

Este ilustre dominicano muriĆ³ en el 1961, a la edad de 81 aƱos.

Calle Osvaldo GarcĆ­a de la Concha EL 15 de mayo de 1963 el Ayuntamiento del Distrito Nacional, emite la ordenanza la cual oficializa con el nombre de este ilustre dominicano una de las calles de Villa Juana.

Osvaldo GarcĆ­a de la Concha, naciĆ³ un 21 de febrero del aƱo 1878, en Santo Domingo, RepĆŗblica Dominicana. Su padre Augusto GarcĆ­a Tejera, lo iniciĆ³ en el trabajo desde muy temprana edad. A los 24 aƱos es que comienza a ir a la escuela, era un verdadero autodidacta, un joven inquieto, deseoso del saber y amante de la ciencia. En el 1902 entra a la escuela, sĆ³lo bastaron 5 aƱos para obtener el titulo de bachiller, es decir en el aƱo 1907.

En 1908 el 4 de febrero es nombrado profesor en la Escuela Normal Superior, cargo que ocupĆ³ hasta el 13 de septiembre de 1926, fecha esta que se da la primera manifestaciĆ³n estudiantil pĆŗblica de nuestra historia, proclamĆ”ndolo como Director de esta escuela. ImpartiĆ³ 11 asignatura, tales como Ɓlgebra Superior, CĆ”lculo Diferencial, CĆ”lculos Integral, MecĆ”nica Racional, GeometrĆ­a Analista, AstronomĆ­a MatemĆ”tica, FĆ­sica MatemĆ”tica, GeometrĆ­a Plana y del Espacio, TrigonometrĆ­a RectilĆ­nea y EsfĆ©rica, QuĆ­mica y MecĆ”nica General.

Su genio era tan grande que muchos profesores sintiĆ©ndose inferiores en conocimientos, no le respaldaron cuando planteĆ³ un plan para la autonomĆ­a escolar. En el barrio de San Miguel (cerca del club San Carlos, en Ciudad Nueva), en su casa humilde, sin ningunas comodidades, ni biblioteca ni instrumentos para estudiar, se dedicĆ³ a investigar el fenĆ³meno de las velocidades luminosas, la electricidad y el magnetismo; como resultado de sus indagaciones, escribiĆ³ “La CĆ³smica”. En esas intimidades de su vida hablĆ³ a sus discĆ­pulos de Artes, MĆŗsica, FilosofĆ­a, Ciencia y Civismo.

En la universidad INTEC, uno de sus auditorios lleva el nombre de este insigne dominicano. AsĆ­ esa instituciĆ³n acadĆ©mica cumple con el postulado de “hacer honor a quien honor merece”.

La calle Osvaldo Garcƭa de la Concha comienza en la avenida San Martƭn y termina en la calle AmƩrico Lugo.

En el sector de Villa Juana, esta calle hace intersecciĆ³n con la calle profesor Amiama GĆ³mez, Tunti CĆ”ceres, PeƱa Batlle, Francisco Villaespesa, Mauricio BĆ”ez y Paraguay.

Calle Sumner Welles
Declarada con este nombre el 4 de abril de 1963. VĆ”stago de viejas familias de Boston, Massachussets y New York, naciĆ³ en el aƱo 1893, fue bautizado con el nombre de Sumner en honor a su tĆ­o segundo Charles Sumner, aquel senador por Massachussets de grata recordaciĆ³n para el pueblo dominicano, quien se opuso al proyecto anexionista del Presidente de los Estados Unidos y Buenaventura BĆ”ez.
DespuĆ©s de graduarse en la universidad de Harvard en 1914, el joven Sumner Welles se iniciĆ³ en la carrera diplomĆ”tica como embajador en JapĆ³n, mĆ”s tarde fue trasladado a Buenos Aires –Argentina-, donde perfeccionĆ³ los conocimientos del idioma de Cervantes.

Estudio la idiosincrasia de las costumbres latinoamericanas, de vuelta a su paĆ­s, Estados Unidos, a pesar de pertenecer al partido demĆ³crata, el secretario de Estado Charles E. Hughes prominente estadista del partido republicano, en justo aprecio de la preparaciĆ³n del seƱor Sumner Welles le hizo nombrar jefe de la divisiĆ³n latinoamericana del departamento en 1921, puesto elevado que Welles renunciĆ³ al aƱo siguiente. En el mismo aƱo de 1922 el presidente Harding lo comisionĆ³ con el rango de Ministro Plenipotenciario, para dirigir las negociaciones que dieron por resultado la terminaciĆ³n del gobierno militar de ocupaciĆ³n americana en la RepĆŗblica Dominicana.

La evacuaciĆ³n del territorio dominicano por las fuerzas interventoras, tarea delicada que el seƱor Sumner Welles desempeĆ±Ć³ con sumo tacto, notable habilidad y modestia ejemplar. A su regreso a los Estados Unidos escribiĆ³ una obra que lleva como tĆ­tulo “La ViƱa de Naboth”, dedicada al estudio de la historia dominicana.
La calle Sumner Welles comienza en la calle San martĆ­n y termina en la calle AmĆ©rico Lugo. En el sector de Villa Juana, esta calle hace intersecciĆ³n con las calles JosĆ© de JesĆŗs Ravelo, Profesor Amiama GĆ³mez, Tunti CĆ”ceres, PeƱa Batlle, Francisco Villaespesa, Mauricio BĆ”ez y Paraguay y AmĆ©rico Lugo.

Calle Alonso de Espinosa

El Ayuntamiento del Distrito Nacional concede a esta calle el nombre de Alonso de Espinosa, notable escritor espaƱol, quien le hizo un gran aporte a la humanidad, al ser el primero en escribir un libro en AmƩrica. No obstante, este hecho parece no haber significado lo suficiente, ya que no existen muchos datos de este ilustre hombre de la humanidad.

Alonso de Espinosa no sĆ³lo tiene el mĆ©rito de ser el primer hombre en el Nuevo Mundo que escribe un libro, sino que ademĆ”s, cultivĆ³ con sabidurĆ­a las escrituras en prosa, segĆŗn afirma Gil GonzĆ”lez Da Vili en su obra “Teatro EclesiĆ”stico de la Primitiva Iglesia de las Indias Occidentales.” SegĆŗn el escritor Gil GonzĆ”lez, investigador religioso, el cual hizo un comentario sobre el salmo 44 que lleva como epĆ­grafe “ERULTAVE”, “CORMUM”, “VERBUN”, “BONUM”.

La calle Alonso Espinosa comienza en la avenida San MartĆ­n y termina en la calle AmĆ©rico Lugo. En el sector de Villa Juana, esta calle hace intersecciĆ³n con las calles JosĆ© de JesĆŗs Ravelo, Profesor Amiama GĆ³mez, Tunti CĆ”ceres, PeƱa Batlle, Francisco Villaespesa, Mauricio BĆ”ez y Paraguay.

Calle MarĆ­a Montez

Nacida en la ciudad de Barahona el dĆ­a 6 de Junio del 1912. Actriz cinematogrĆ”fica, su verdadero nombre Ɓfrica MarĆ­a Gracia Vidal, se criĆ³ en la secciĆ³n de Cabral, hija del seƱor Isidoro GarcĆ­a, espaƱol y Teresa Vidal, oriunda de la comunidad BanĆ­, fue la segunda hija de su prole de 7 procreada por los esposos Gracia-Vidal.

Desde muy pequeƱa mostrĆ³ inclinaciĆ³n por el cine y se esmerĆ³ por el aprendizaje del idioma inglĆ©s, el cual estudiĆ³ sin maestro. Se dedicĆ³ a la lectura de periĆ³dicos y revistas, con los cuales fue cultivado su intelecto; no obstante, sĆ³lo alcanzĆ³ el 8 Grado de la educaciĆ³n primaria.

Casada con el francĆ©s Marx Fister, saliĆ³ del paĆ­s rumbo a Estados Unidos; estando casada entrĆ³ al cine, aunque mĆ”s tarde se divorciĆ³ de Ć©l y se casĆ³ con el actor francĆ©s Jean Pierre Aumont, con quien procreĆ³ una hija, la bautizaron con el nombre de Taina Aumont, que tambiĆ©n es actriz.

Maria Montez, nombre que fue dado en Hollywood, al entrar ella al mundo cinematogrĆ”fico. ActuĆ³ como protagonista en famosas pelĆ­culas, tales como, La Mil y una Noche, Ali-BA-BA y los 40 Ladrones, Talger la Salvaje Blanca, La Gata Gitana, entre otras.

En la pelĆ­cula “Ali Ba-Ba y los 40 ladrones”, figura como protagonista MarĆ­a Montez interpretando a Mara la mujer mĆ”s Bella de Bagdad, Ć©sta constituye el trofeo para el ganador de la batalla entre Ali BA-BA y el Mago Khan Holagu. Por supuesto, que no se puede poner en dudas que MarĆ­a Montez, es el mejor regalo al que puede aspirar un hĆ©roe victorioso.

Esta actriz nativa de la RepĆŗblica Dominicana, gozĆ³ de una gran reputaciĆ³n como embajadora de buena voluntad, aunque no revela signo alguno de Duarte, en su sangre ni en sus costumbres. En una entrevista concedida a un periodista del Miami Dialy News en el mismo aƱo de 1944, la artista expresaba: “Me gustarĆ­a caracterizar a una muchacha gitana, porque encajarĆ­a perfectamente con mi propio temperamento y ademĆ”s, porque aunque sĆ³lo sea por unas horas, no tengo necesidad de parecer divina”.
“Alguien apasionado ha llegado a decir que soy la mujer mĆ”s linda del mundo, pero espero que usted no llegare a creer nunca esa exageraciĆ³n. “Otras revistas artĆ­stica han dividido sus opiniones: unas han asegurado la excelencia de mi materia gris, mientras que otras me han colocado casi al borde de la estupidez... “pero volviendo a mi papel la gata gitana, puedo asegurarle que me encanta esta papel, sĆ³lo porque me deja manotear mientras estoy hablando, dando riendo suelta a mi temperamento latino, tal como lo pienso y lo vivo.”

Ɓfrica MarĆ­a GarcĆ­a Vidal falleciĆ³ en ParĆ­s, mientras tomaba un baƱo en su residencia el 17 de septiembre del 1951.

La calle MarĆ­a Montez comienza en la calle San MartĆ­n y termina en la calle NicolĆ”s de Ovando, con su prolongaciĆ³n despuĆ©s de Ć©sta. En el sector de Villa Juana, esta calle hace intersecciĆ³n con la JosĆ© de JesĆŗs Ravelo, Profesor Amiama GĆ³mez, Tunti CĆ”ceres, PeƱa Batlle, Francisco Villaespesa, Mauricio BĆ”ez y Paraguay.

Calle Moca
(En honor al heroico pueblo mocano)
Moca (Provincia Espaillat). El pueblo mocano ha tenido sus leyendas y sus hĆ©roes, lo que le ha permitido escribir su propia historia, no por capricho se le ha bautizado como “La Villa Heroica”, “Cuna de HĆ©roes” y “Sepultura de Tiranos”. Ha sido en tres ocasiones la capital polĆ­tica de la RepĆŗblica. AdemĆ”s, Moca, a travĆ©s de sus “hijos ilustres”, ha hecho un aporte cuantioso, no solamente a la historia y la soberanĆ­a nacional, tambiĆ©n contribuyendo al engrandecimiento patrio desde diferentes trincheras, tales como la mĆŗsica, la cultura, la economĆ­a, y la polĆ­tica. Son muchas las personalidades mocanas, que con sus aportes encomiables han contribuido a forjar nuestra nacionalidad, y con su genio y actitudes positivas, han sido forjadores de la historia del pueblo dominicano.

Muchos de estos personajes ilustres, que nos llenan de orgullo, permanecen desconocidos, entristece su injustificado anonimato. Es por ello que deseosos de rescatar estos valores, se ha creado a partir del 16 de Agosto de 1978 un movimiento al frente de la Sindicatura Municipal de Moca, con la deseada finalidad de que las generaciones presentes y futuras conozcan aquellos que aportaron lo mejor en aras de moldear una patria libre y soberana. Moca cuenta con tres distritos municipales, Cayetano GermosĆ©n ”GuanĆ”bano”, JosĆ© Contreras ”Villa Trina”, y Jamao al Norte
La calle Moca comienza de la calle San MartĆ­n y termina en la calle NicolĆ”s de Ovando. En el sector de Villa Juana, esta calle hace intersecciĆ³n con las calles: JosĆ© de JesĆŗs Ravelo, Profesor Amiama GĆ³mez, Tunti CĆ”ceres, PeƱa Batlle, Francisco Villaespesa, Mauricio BĆ”ez, Paraguay, AmĆ©rico Lugo, Arturo LogroƱo, Marcos Ruiz.

Calle Juan Erazo
Ilustre dominicano, militar independentista, jefe de las tropas dominico-haitiana. Amigo y seguidor del General Pedro Santana, hasta el 1849. Tras la caĆ­da de JimĆ©nez y ascenso de Santana, este ordenĆ³ su destierro.

Se inscribiĆ³ luego en la Matricula de Segovia en el 1856. Fue seguidor de Buenaventura BĆ”ez, a quien defendiĆ³ en la revoluciĆ³n del 7 de julio de 1857.
Fue nuevamente expulsado por Santana. RegresĆ³ junto a SĆ”nchez en la expediciĆ³n anti-anexionista del aƱo 1861, fue apresado y fusilado por ordenes de Pedro Santana.
La calle Juan Erazo comienza en la calle San MartĆ­n y termina en la calle NicolĆ”s de Ovando. En el sector de Villa Juana, esta calle hace intersecciĆ³n con las calles: JosĆ© de JesĆŗs Ravelo, Profesor Amiama GĆ³mez, Tunti CĆ”ceres, PeƱa Batlle, Mauricio BĆ”ez, Paraguay, AmĆ©rico Lugo, Arturo LogroƱo, Marcos Ruiz, Pedro Livio CedeƱo.
Calle Seibo

Es una provincia situada en regiĆ³n Este de la RepĆŗblica Dominicana. La fundaciĆ³n de la misma se sitĆŗa a 1502 para algunos historiadores, para otros, data de 1506, fue fundada por Juan de Esquivel.

En sus inicios era una Villa, llamada “Santa Cruz del Seibo” o “Icayagua”, segĆŗn algunos cronistas el nombre se debe a una enorme cruz hecha de una madera de seibo, que es parĆ³nimo de la Seiba Albor, que era abundante en la regiĆ³n para la Ć©poca de la colonia, el titulo de villa le fue otorgado en 1808 y ochenta aƱos despuĆ©s se constituyĆ³ en la misma una de las cuatro parroquia que existĆ­an en la isla.
El Seibo fue convertido en provincia por medio de la Constituyente 6 de noviembre 1845, y a ella pertenecĆ­an Hato Mayor, HigĆ¼ey y SamanĆ”. En el 1882 le fue segregado por ley 20-13 el territorio ocupado por San Pedro de MacorĆ­s y RamĆ³n Santana, que lentamente se constituyĆ³ en la provincia de Hato Mayor, con lo cual la provincia del Seibo quedĆ³ limitada a los municipios de el Seibo, Miches y Sabana de la Mar. En lo econĆ³mico, esta provincia es rica en la crianza de ganado, cultivo de la caƱa de azĆŗcar, cultivo de pastos para la ganaderĆ­a, tambiĆ©n produce frutos menores tales como, plĆ”tano, maĆ­z, guineo, arroz, cafĆ©, y coco.

La calle Seibo comienza en la calle JosĆ© de JesĆŗs Ravelo y termina en la calle NicolĆ”s de Ovando. En el sector de Villa Juana esta calle hace intersecciĆ³n con las calles JosĆ© de JesĆŗs Ravelo, Profesor Amiama GĆ³mez, Tunti CĆ”ceres, PeƱa Batlle, Francisco Villaespesa, Mauricio BĆ”ez, Paraguay, AmĆ©rico Lugo, Arturo LogroƱo Marcos Ruiz.

Calle Marcos AdĆ³n
Su nombre completo Marcos Evangelista AdĆ³n, naciĆ³ en la Victoria, Santo Domingo de GuzmĆ”n. Fue un polĆ­tico militar restaurador.

LuchĆ³ activamente con las tropas espaƱolas en YamasĆ”, Monte Plata y La Victoria.
En la Guerra Restauradora obtuvo el rango de general. FundĆ³ el poblado de la Victoria, logrando convertirlo luego en un municipio.

Fue comandante de armas en Santo Domingo hasta 1868, en este aƱo tuvo que abandonar el paĆ­s por su oposiciĆ³n al gobierno de BĆ”ez. RegresĆ³ mĆ”s tarde y se integrĆ³ a la lucha contra este “guerra de las seis aƱos”. EnfermĆ³ y luego se estableciĆ³ en Jacnet, HaitĆ­, donde muriĆ³ en 1872.

Avenida Expreso V. Centenario
Esta importante avenida en nuestro barrio, es en honor al “Quinto Centenario del Descubrimiento de AmĆ©rica”, o el “Encuentro de dos culturas”, segĆŗn algunos historiadores; algunos podrĆ­an agregar una tercera teorĆ­a que habla del exterminio de una civilizaciĆ³n para imponer los caprichos de otra.

A pesar de la confusiĆ³n que ha generado la remodelaciĆ³n de Villa Juana y Villa Consuelo, muchos son los que piensan que el lĆ­mite entre estos dos barrios es la Avenida V Centenario, pero expertos consultados seƱalan que el verdadero lĆ­mite sigue siendo la calle Manuel Ubaldo GĆ³mez.

La Avenida V Centenario presenta una hermosa panorĆ”mica independientemente del asunto limĆ­trofe surgido entre Villa Juan y el barrio de Villa Consuelo. La construcciĆ³n de esta avenida fue principalmente para ayudar a resolver el problema del trĆ”nsito vehicular en el Distrito Nacional, y en segundo lugar, desarrabalizar el aspecto habitacional del sector.

Por otra parte, sin cuestionar la importancia de esta avenida, las autoridades debieran tomar algunas disposiciones de prevenciĆ³n, y educaciĆ³n vial, en vista de los accidentes registrados desde su construcciĆ³n. Los peatones deben aprender a protegerse; una buena medida para esto es, usar los puentes peatonales construidos para evitar los accidentes.

Usar los puentes peatonales es una medida inteligente. En esta avenida se ha producido muchos accidentes, y han perdido muchas personas sus vidas, hay que evitar ser los prĆ³ximos...

La Avenida Expreso V Centenario comienza en la avenido MĆ”ximo GĆ³mez y termina en la Av. Juan Pablo Duarte. Su construcciĆ³n dio paso a la confusiĆ³n de los lĆ­mites de los sectores Villa Juana y Villa Consuelo, pues sus munĆ­cipes antes tenĆ­an como parĆ”metro limĆ­trofe a las calles Manuel Ubaldo GĆ³mez, pero hoy existe cierto desconcierto.

Calle Manuel Ubaldo GĆ³mez
Manuel Ubaldo GĆ³mez Moya, naciĆ³ en la ciudad de la Vega Real, en el aƱo 1857, historiador, maestro y polĆ­tico.

Obtuvo su licenciatura en leyes en 1888. Antes de terminar sus estudios fue nombrado Regidor en el Cabildo de la Vega, en 1899 y 1903; destacƔndose por sus grandes aportes como un gran intelectual dominicano. Fue nombrado Juez de Primera Instancia en la Vega en el aƱo 1904.

EnseĆ±Ć³ Historia durante muchos aƱos; escribiĆ³ la obra “Resumen de Historia de Santo Domingo”. Fue un gran Historiador del periodo Republicano. Se retirĆ³ de la vida pĆŗblica tras la consolidaciĆ³n del trujillato. Este ilustre dominicano no se doblegĆ³ ante la tiranĆ­a, a pesar de los grandes y constantes sin sabores que sufriĆ³ debido a su posiciĆ³n ante este rĆ©gimen dictatorial. La sociedad y especialmente su pueblo, no reconociĆ³ su gran labor a favor de la naciĆ³n dominicana. MuriĆ³ en el aƱo 1941, sumido en una espantosa pobreza, lo que demostrĆ³ el gran olvido hacia este hombre de gran intelecto.

Fue alfabetizado por su propia madre, quien era directora de la Escuela que hoy lleva el nombre de Manuel Ubaldo GĆ³mez, en su pueblo natal, La Vega. AdemĆ”s, perteneciĆ³ al Coro del Oratorio Centro Juvenil Don Bosco, donde aprendiĆ³ a tocar la guitarra y el bajo.

Calle Av. San MartĆ­n
San MartĆ­n, naciĆ³ el 25 de febrero de 1778 en el pueblo de YapeyĆŗ, situado a orillas del caudaloso rĆ­o Uruguay, que dependĆ­a del Virreinato del RĆ­o de la Plata. Su padre, don Juan de San MarĆ­n, habĆ­a nacido en EspaƱa y se desempeƱaba como teniente gobernador del departamento. Su madre, doƱa Gregoria Matorras, era sobrina de un conquistador del Chaco.

Se trasladĆ³ a EspaƱa junto con sus padres en el aƱo 1786 donde ingresĆ³ al Seminario de Nobles de Madrid. En 1789 comienza su carrera militar en el regimiento de Murcia.
LuchĆ³ en la campaƱa de Ɓfrica combatiendo en Melilla y OrĆ”n. En 1797 es ascendido a subteniente por sus acciones frente a los franceses en los Pirineos.

En 1797 su regimiento, que habĆ­a participado en las batallas navales contra la flota inglesa en el MediterrĆ”neo, se rindiĆ³ en agosto de 1798.

Durante el perĆ­odo que sigue, lucha en diferentes acciones en el sur de EspaƱa, en Gibraltar y CĆ”diz, con el grado de capitĆ”n 2° de infanterĆ­a ligera.

En 1808 las tropas de NapoleĆ³n invaden la PenĆ­nsula y el rey Fernando VII es hecho prisionero. Estalla la rebeliĆ³n contra el Emperador y su Hermano JosĆ© Bonaparte, que habĆ­a sido proclamado Rey de EspaƱa. Se establece una Junta de Gobierno que actĆŗa primero en Sevilla y luego en CĆ”diz. San MartĆ­n es ascendido por la Junta al cargo de ayudante 1° del regimiento de Voluntarios de Campo Mayor. Distinguido por sus acciones contra los franceses, llega luego a ser capitĆ”n del regimiento de BorbĆ³n.
El ejĆ©rcito ataca a los franceses y los vence en la batalla de BaylĆ©n, el 19 de julio de 1808; allĆ­ se destaca San MartĆ­n. Esta victoria permite al ejĆ©rcito de AndalucĆ­a recuperar Madrid y es la primera derrota importante de las tropas de NapoleĆ³n. San MartĆ­n recibe el grado de teniente coronel y es condecorado con una medalla de oro. ContinĆŗa luchando contra los franceses en el ejĆ©rcito de los aliados: EspaƱa, Portugal e Inglaterra.

Combate a las Ć³rdenes del general Beresford en la batalla de Albuera. Conoce a Lord Macduff, noble escocĆ©s, que lo introduce a las logias secretas que complotaban por la independencia de AmĆ©rica del Sur. Por su intermedio obtuvo un pasaporte para viajar a Inglaterra, donde se encontrĆ³ en 1811 con compatriotas de AmĆ©rica espaƱola: Alvear, Zapiola, AndrĆ©s Bello, TomĆ”s Guido, entre otros. Todos formaban parte de una logia que habĆ­a fundado el "Precursor", Miranda, quien, junto con BolĆ­var, ya luchaba en AmĆ©rica por la independencia de Venezuela.
En enero de 1812, San MartĆ­n se embarca hacia Buenos Aires en la fragata inglesa George Canning.

La avenida San MartĆ­n comienza en la avenida 27 de febrero y termina en la avenida John F. Kennedy. En el sector de Villa Juana, esta calle hace intersecciĆ³n con la Av. Expreso V. Centenario, calle Seibo, Juan Erazo, calle Moca, MarĆ­a Montez, Alonzo de Espinosa, Summer Welles, Osvaldo GarcĆ­a de la Concha, Vigil DĆ­az, MĆ”ximo GĆ³mez.

Calle JosĆ© de JesĆŗs Ravelo

El Ayuntamiento del Distrito Nacional, de la RepĆŗblica Dominicana, consagra con el nombre de JosĆ© de JesĆŗs Ravelo a una de las calles de este sector capitalino, Villa Juana.

JosĆ© de JesĆŗs Ravelo (ChuchĆŗ), naciĆ³ en Santo Domingo en 1876. Aunque estudiĆ³ con Juan Francisco Pereyra, fue sobre todo un autodidacta con vastĆ­sima cultura musical. Fue director de la Banda Pacificador (1894-1910), primer profesor de canto coral en nuestras escuelas, director del Liceo Musical (luego Conservatorio Nacional) desde su fundaciĆ³n en 1904. FalleciĆ³ en 1951.

En junio de 1932, el "Octeto" del Casino de la Juventud se convierte en la Sociedad de Conciertos bajo el patrocinio del Ateneo Dominicano. En este mismo aƱo se funda la Orquesta SinfĆ³nica de Santo Domingo.

Los Antecedentes de la Orquesta SinfĆ³nica Nacional se remontan a principios de siglo 20, especĆ­ficamente a noviembre de 1904. Es en dicho aƱo que se funda el Octeto del Casino de la Juventud bajo la direcciĆ³n del Maestro JosĆ© de JesĆŗs Ravelo. Meses despuĆ©s, el octeto se convierte en una pequeƱa orquesta conservando su nombre original.

Calle Profesor AmĆ­ama GĆ³mez
Su nombre completo Francisco Xavier AmĆ­ama GĆ³mez. NaciĆ³ en la ciudad de Santo Domingo, el 26 de julio de 1867, periodista, poeta y urbanista. Se dedicĆ³ desde muy temprana edad al periodismo, donde escribiĆ³ artĆ­culos y ensayos; fundĆ³ 12 periĆ³dicos en diferentes ciudades del paĆ­s, sus artĆ­culos y ensayos giraban en torno a los avances y adelantos de la agricultura.

Fue un viajero de Ć©xito, por lo que sus estuvo de visita por Europa y AmĆ©rica, llegando a vivir en Cuba por muchos aƱos. En el 1889 fundĆ³ –director- de la Escuela Nacional de Agricultura, la cual operaba en San CristĆ³bal.

A este ilustre dominicano, se le debe el aislamiento de la Puerta del Conde, la construcciĆ³n de la avenida Duarte, y de otras vĆ­as de la ciudad Capital.
AdemĆ”s, surgiĆ³ la importancia de arbolizar la ciudad de Santo Domingo, demostrando asĆ­ su preocupaciĆ³n por el embellecimiento de la ciudad Primada de AmĆ©rica.
Amiama GĆ³mez escribiĆ³ varias obras para expresar sus conocimientos, entre las que podemos mencionar “Agricultura”, “GeografĆ­a PolĆ­tica de la RepĆŗblica Dominicana”, “Patria y Primavera”.

El 21 de noviembre del 1943, Santo Domingo se viste de luto con la muerte, a la edad de 76 aƱos, de un dominicano que viviĆ³ para las futuras generaciones.
Manuel Arturo PeƱa Batlle

NaciĆ³ en Santo Domingo el 26 de febrero de 1902. Historiador, ensayista, educador y polĆ­tico. Hijo del abogado y terrateniente Buenaventura PeƱa CifrĆ© y Juana Batlle.
Egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Santo Domingo en 1923, instituciĆ³n donde dictĆ³ la cĆ”tedra de Derecho PĆŗblico Internacional. RepudiĆ³ con su pluma la primera intervenciĆ³n norteamericana al paĆ­s y participĆ³ en la campaƱa nacionalista de 1923 para expulsar el ejĆ©rcito de los Estados Unidos del territorio nacional. Durante la primera dĆ©cada del gobierno de Rafael Leonidas Trujillo Molina rehusĆ³ trabajar con dicho rĆ©gimen. Sin embargo, en 1943, con la aceptaciĆ³n del cargo de Secretario de Estado de Interior y PolicĆ­a se convirtiĆ³ en uno de los intelectuales dominicanos mĆ”s fieles a la dictadura trujillista.

AdemĆ”s, fue Diputado por San Pedro de MacorĆ­s (1942), Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en HaitĆ­ (1947), Secretario de Relaciones Exteriores (1950) y de Trabajo (1950). TambiĆ©n presidiĆ³ la CĆ”mara de Diputados, las comisiones de Fomento y de AcciĆ³n Cultural, el Instituto Trujillaniano y la Junta Pro CelebraciĆ³n del Centenario de la RepĆŗblica.

Fue Miembro de la Academia Dominicana de la Historia, del Instituto de Cultura HispĆ”nica de Madrid y del Instituto de Investigaciones HistĆ³ricas de MĆ©xico. FundĆ³ la Revista Dominicana de Derecho Internacional y colaborĆ³ con los periĆ³dicos ListĆ­n Diario, RenovaciĆ³n y El Caribe.

Interesado en reforzar su postura de lo que a su juicio era el verdadero su nacionalismo, rechazĆ³ enĆ©rgicamente a los haitianos al extremo de consagrar parte de su vida a la bĆŗsqueda de una soluciĆ³n a los conflictos fronterizos surgidos entre HaitĆ­ y la RepĆŗblica Dominicana. Sostuvo una enardecida polĆ©mica con el historiador y cura espaƱol Fray Cipriano de Utrera en torno a la figura histĆ³rica del cacique Enriquillo.

PoseyĆ³ una amplia formaciĆ³n humanĆ­stica y sus escritos estĆ”n avalados por el rigor cientĆ­fico que siempre caracterizĆ³ sus investigaciones. Es considerado como uno de los historiadores dominicanos mĆ”s importantes de la primera mitad del siglo XX. MuriĆ³ en Santo Domingo el 15 de abril de 1952.

Calle Francisco Villaespesa
Poeta, periodista, dramaturgo y novelista espaƱol; naciĆ³ el aƱo 1877 en Laujar de Andarax, pequeƱo pueblo de la provincia de AlmerĆ­a, perteneciente a la comunidad autĆ³noma de AndalucĆ­a (EspaƱa). EstudiĆ³ en la universidad de Granada y a los 20 aƱos trasladĆ³ su residencia a Madrid para dedicarse al periodismo. AllĆ­ colaborĆ³ en muchas revistas y diarios de EspaƱa. RecorriĆ³ varias veces la AmĆ©rica espaƱola como empresario teatral y recitador de sus poemas. Ferviente admirador del poeta nicaragĆ¼ense RubĆ©n DarĆ­o, fue su mejor discĆ­pulo y el mĆ”s genuino continuador del estilo modernista iniciado por Ć©ste.

Villaespesa gozĆ³ en vida de una popularidad inmensa. Su fecundidad fue pasmosa y por ello, algunos crĆ­ticos reprochan que esa fecundidad y fogosidad en su escritura, hacĆ­an publicar a borbotones por su enorme facilidad para la versificaciĆ³n, pero no depuraba ni seleccionaba sus escritos.

Lo profano y lo bohemio, lo sensual, lo triste, lo febril y el decaimiento, lo preciosista y lo moroso, tuvieron en este poeta andaluz un intĆ©rprete genial. En ocasiones, la mera sonoridad verbal le arrastrĆ³ al amaneramiento. PoseyĆ³ la gracia voluptuosa y florida de los frondosos jardines Ć”rabes. Y, sin embargo, entre los miles y miles de sus poesĆ­as, pueden espigarse un centenar corrido de autĆ©ntica inspiraciĆ³n y belleza, dignas de las mĆ”s admirables del parnaso espaƱol.
En el aƱo 1936 muriĆ³ en Madrid a la edad de 59 aƱos.

Los Jardines de Afrodita
I
El ritmo, el gran rebelde, me rinde vasallaje,
y cuando quiero rĆ­e, y cuando quiero vuela,
y he domado a mi estilo como a un potro salvaje,
a veces con el lƔtigo y a veces con la espuela.

Conozco los secretos del alma del paisaje,
y sƩ lo que entristece, y sƩ lo que consuela,
y el viento traicionero y el bƔrbaro oleaje
conocen la invencible firmeza de mi vela.

Amo los lirios mĆ­sticos y las rosas carnales,
la luz y las tinieblas, la pena y la alegrĆ­a,
los ayes de las vĆ­ctimas y los himnos triunfales.

Y es el eterno y Ćŗnico ensueƱo de mi estilo
la encarnaciĆ³n del alma cristiana de MarĆ­a
en el mƔrmol pagano de la Venus de Milo.

II

Te vi muerta en la luna de un espejo encantado.
Has sido en todos tiempos Elena y Margarita.
En tu rostro florecen las rosas de Afrodita
y en tu seno las blancas magnolias del pecado.

Por ti mares de sangre los hombres han llorado.
El fuego de tus ojos al sacrilegio incita,
y la eterna sonrisa de tu boca maldita
de pƔlidos suicidas el infierno ha poblado.

¡Oh, encanto irresistible de la eterna Lujuria!
Tienes cuerpo de Ɓngel y corazĆ³n de Furia,
y el Ɣspid, en tus besos, su ponzoƱa destila...

Yo evoco tus amores en medio de mi pena...
¡SansĆ³n, agonizante, se acuerda de Dalila,
y Cristo, en el Calvario, recuerda a Magdalena!

III

Hay rosas que se abren en selvas misteriosas
y mustias languidecen, nostƔlgicas de amores,
sin que haya quien aspire sus pĆŗdicos olores...
¡Hay almas que agonizan lo mismo que esas rosas!

Las mariposas tienden sus alas temblorosas
y en alegrĆ­a loca de luces y colores,
ebrias de amor expiran en tƔlamos de flores...
¡Hay vidas que se acaban como esas mariposas!

"¡Oh, pĆŗdicas vestales! ¡Oh, locas meretrices!
¿QuiĆ©nes son mĆ”s hermosas? ¿QuiĆ©nes son mĆ”s felices?"
los hombres preguntaron, en una edad lejana,

a un Fauno que en las frondas oculto sonreĆ­a...
Hace ya muchos siglos... Y en la conciencia humana
el Fauno, a esa pregunta, sonrĆ­e todavĆ­a.

IV

Soy un alma pagana. Adoro al dios bifronte
y persigo a las ninfas por las verdes florestas,
y me gusta embriagarme en mis lĆ­ricas fiestas
con vino de las viƱas del viejo Anacreonte.

¡Que incendie un sol de pĆŗrpura de nuevo el horizonte;
que canten las cigarras en las cƔlidas siestas,
y que dancen las vĆ­rgenes al son del sistro expuestas
al violador abrazo de los faunos del monte!

¡Oh, viejo Pan lascivo!... Yo sigo la armonĆ­a
de tus pies, cuando danzas. Por ti amo la alegrĆ­a
y las desnudas ninfas persigo por el prado.

Tus alegres canciones disipan mi tristeza,
y la flauta de caƱa que taƱes me ha iniciado
en todos los misterios de la eterna Belleza!

V

El cisne se acercĆ³. TrĆ©mula Leda
la mano hunde en la nieve del plumaje,
y se adormece el alma del paisaje
de un rojo crepĆŗsculo de seda.

La onda azul, al morir, suspira queda;
gorjea un ruiseƱor entre el ramaje,
y un toro, ebrio de amor, muge salvaje
en la sombra nupcial de la arboleda.

TendiĆ³ el cisne la curva de su cuello,
y con el ala -cƔndido abanico-,
acariciĆ³ los senos y el cabello.

Leda dio un grito y se quedĆ³ extasiada...
y el cisne levantĆ³, rojo, su pico
como triunfal insignia ensangrentada.

VI

De la Grecia y de Italia bajo los claros cielos
en tu honor se entonaron los mƔs dulces cantares,
y ofrecieron las vĆ­rgenes al pie de tus altares
las tĆ³rtolas mĆ”s blancas y sus mĆ”s ricos velos.

Hoy triste y solitaria, en el parque sombrĆ­o,
carcomida y musgosa, los brazos mutilados,
bajo la pesadumbre de los cielos nublados
el mƔrmol de tu carne se estremece de frƭo.
¿DĆ³nde se alzan ahora tus templos, Afrodita?
Ya la PƔnica flauta en los bosques no invita
a danzar a los sƔtiros danzas voluptuosas.

Ha huido la AlegrĆ­a, ha muerto la Belleza...
No hay risas en los labios y una inmensa tristeza
cubre como un sudario las almas y las cosas.

VII

Enferma de nostalgias, la ardiente cortesana,
al rojizo crepĆŗsculo que incendia el aposento,
su anhelo lanza al aire, como un halcĆ³n hambriento,
tras la ideal paloma de una Thule lejana.

SueƱa con las ergƔstulas de la Roma pagana;
cruzar desnuda el Coso, la cabellera al viento,
y embriagarse de amores en el Circo sangriento
con el vino purpĆŗreo de la vendimia humana.

SueƱa... Un leĆ³n celoso veloz salta a la arena,
ensangrentando el oro de su rubia melena.
Abre las rojas fauces... A la bacante mira,

salta sobre sus pechos, a su cuerpo se abraza...
¡Y ella, mientras la fiera sus carnes despedaza,
los pƔrpados entorna y sonriendo expira!

VIII

Para escanciar el vino de mi viƱa temprana,
Fidias, divino artĆ­fice, en marfil y oro puro
modelĆ³ fina copa, sobre el mĆ”s blanco y duro
seno que sorprendiera jamƔs pupila humana.

Son dos ninfas en arco las asas de esa copa,
y en ella estƔn grabados, entre vides y flores
y sĆ”tiros que acechan, los lĆŗbricos amores
de Leda con el Cisne, y el Toro con Europa.

Amada, ¡bebe y bĆ©same! Al destino no temas,
que al borde de la copa rebosante de gemas,
cincelĆ³ Anacreonte estos versos divinos
cuyo ritmo el secreto de la existencia encierra:
-Bebe, ama y alƩgrate mientras sobre la tierra
haya labios de rosas y perfumados vinos.

IX

Con el fervor de un lapidario antiguo,
quiero miniar a solas y en secreto,
la tentaciĆ³n de tu perfil ambiguo
en las catorce gemas de un soneto.

Para nimbar tu tez blanca y severa,
a modo griego, cual real tesoro,
recogerĆ” tu negra cabellera
sobre la nuca un alfiler de oro.

En lĆ­neas escultĆ³ricas plegada
la tĆŗnica e inmĆ³vil la mirada
con la clĆ”sica unciĆ³n de las flautistas...

La siringa en el labio, y temblorosos
sobre el registro, en gestos armoniosos,
tus dedos enjoyados de amatistas.

X

Para cantar mi mente quiero un verso pagano;
un verso que refleje la cƔndida tristeza
del azahar, que, trƩmulo, deshoja su pureza
a las blancas caricias de una tĆ­mida mano.

No amortajad mi cuerpo con el sayal cristiano;
ceƱid de rosas blancas mi juvenil cabeza,
y prestadme un sudario digno por su riqueza
de envolver a un fastuoso emperador romano.

¡Que abra la cruz sus brazos en negra catacumba!
Yo amo al sol, luz y vida, y quiero que en mi tumba
brotes, cual dulces versos, las mƔs fragantes flores.

Y que al son de la flauta y del sistro, en la quieta
tarde, las locas vĆ­rgenes tejan danzas de amores
en torno de la estatua de su muerto poeta.

XI

Llueve... En el viejo bosque de ramaje amarillo
y grises troncos hĆŗmedos, que apenas mueve el viento,
bajo una encina, un sƔtiro de rostro macilento,
canciones otoƱales silba en su caramillo.

De vejez muere... Cruzan por sus ojos sin brillo
las sombras fugitivas de algĆŗn presentimiento,
y entre los dedos dĆ©biles el rĆŗstico instrumento
sigue llorando un aire monĆ³tono y sencillo.

Es una triste mĆŗsica, vieja canciĆ³n que evoca
aquel beso primero que arrebatĆ³ a la boca
de una ninfa, en el claro del bosque sorprendida.

Su cuerpo vacilante se rinde bajo el peso
de la Muerte, y el Ćŗltimo suspiro de su vida
tiembla en el caramillo como si fuese un beso.

XII

¡Alma mĆ­a! SoƱemos con la estaciĆ³n florida.
Abril, lleno de rosas, a nuestro encuentro avanza...
El Arte serĆ” el Ćŗltimo refugio de la Vida
cuando ya no tengamos ni en la Vida esperanza.

No aceptes de otras manos lo que yo pueda darte.
Siembra en tu propia tierra tus futuros laureles...
¡Haz de tus penas mĆ”rmoles y de tu amor cinceles,
para elevar con ellos un monumento al Arte!

Teje nuestro sudario de mirtos y de flores.
Labremos un sarcĆ³fago digno por su riqueza
de encerrar las cenizas de los emperadores.

Y cincela en su lĆ”pida nuestra Ćŗltima elegĆ­a:
-AquĆ­ yacen dos almas que han muerto de tristeza
llorando las nostalgias de su eterna alegrĆ­a.

Calle Mauricio BƔez
(¿-1950). Dirigente obrero. Hijo de cortador de caƱa. Su infancia se desenvolviĆ³ en las entraƱas de los centrales azucareros, donde comenzĆ³ a trabajar en los tempranos aƱos de su juventud.

Su incidencia en el movimiento obrero comenzĆ³ a sentirse en 1942 en la regiĆ³n Este del paĆ­s. En ese aƱo se realizĆ³ una huelga de trabajadores en La Romana.
Fue tambiĆ©n uno de los principales dirigentes de la huelga de Enero de 1946, realizada en los ingenios del Este, cuando era presidente de la FederaciĆ³n Provincial de Trabajadores de San Pedro de MacorĆ­s.

RegresĆ³ ese mismo aƱo despuĆ©s de una estadĆ­a en Cuba donde se vinculĆ³ a miembros del Partido Socialista Popular (PSP). En Agosto de 1946, su nombre apareciĆ³ en el periĆ³dico de la capital dominicana, encabezando un manifiesto del PSP en el que se anunciĆ³ el inicio de las actividades legales de ese partido.
El 24 de Septiembre de 1946, el lĆ­der sindical participĆ³ como vocal en el Congreso Nacional Obrero organizado por la ConfederaciĆ³n Dominicana de Trabajadores. Al concluir los trabajos fue elegido miembro del ComitĆ© Ejecutivo de la ConfederaciĆ³n Dominicana de Trabajadores.

Mauricio intentĆ³ reorganizar el movimiento sindical en el paĆ­s, hasta que en Junio de 1947 Trujillo declarĆ³ ilegal el comunismo en la RepĆŗblica Dominicana.
Mauricio BĆ”ez saliĆ³ nuevamente al exilio desvinculado ya del PSP, pero manteniendo una actitud de oposiciĆ³n al rĆ©gimen de Trujillo y conservando su condiciĆ³n de sindicalista. DesapareciĆ³ en Cuba; los historiadores, acusan al rĆ©gimen trujillista de su muerte.

Calle Paraguay

RepĆŗblica del Paraguay
Nombre oficial: RepĆŗblica del Paraguay.
Ɓrea (Km2): 406.752 (11Āŗ en AmĆ©rica, 9Āŗ en el Mundo Hispano,
58Āŗ en el mundo)
Costas (Km): No tiene costas marĆ­timas.
LĆ­mites: Al N con Bolivia y Brasil , al E con Brasil y al S
y O con Argentina.
Capital: AsunciĆ³n (f. 1537, por Juan de Salazar y Espinosa)
Moneda: GuaranĆ­.
Idioma oficial: Castellano y GuaranĆ­.
Fiesta nacional: 15 de mayo, Independencia.
Hora oficial: GMT -4 horas (normal); -3 (verano)
Miembro de: ONU, OEA, ALADI, Mercosur
Bandera:

Paraguay es un paĆ­s donde se mezcla su naturaleza y su historia. Su vida es una resultante del suelo y del subsuelo, de sus bosques y de sus ampos, de su cielo, de sus vientos y de sus aguas, de las razas que lo habitan, de las luchas que se desarrollan dentro de sus fronteras, de sus hombres
representativos y de sus muchedumbres.

La variedad, la calidad y la singularidad de los atractivos de Paraguay, constituyen para el turista un "destino seducciĆ³n". En Paraguay la colorida tierra roja, su selva bravĆ­a, sus caudalosos rĆ­os, su idioma guaranĆ­ armonioso, sus centros artesanales, su mĆŗsica y su sincera hospitalidad, le darĆ”n ciudadanĆ­a paraguaya al turista y asĆ­ poder decir igual que nosotros, ….

LĆ­mites del Paraguay

Sus Fronteras suman 3.484 KilĆ³metros de extensiĆ³n con Argentina, Brasil y Bolivia.
Al Norte. Brasil: del cual estĆ” separado por el rĆ­o Apa, el arroyo Estrella y la cordillera de MaracayĆŗ. Bolivia, de la cual estĆ” separado por el rĆ­o Negro (Hito X) y una lĆ­nea recta que desde este rĆ­o va hasta el Cerrito Jara ( Hito IX), para seguir en lĆ­nea recta hasta el punto mĆ”s alto del Cerro Chovoreca (Hito VIII).
Y de este punto hasta el Fortƭn Cnel. JosƩ J. SƔnchez (Hito VII) de donde en lƭnea recta va hasta CaƱada de las Palmas (HitoVI)y Cnel. JosƩ FƩlix Cabrera (Hito V) donde linda con el departamento de Santa Cruz de la Sierra, cuya capital es Santa Cruz.

Al Este. Brasil, separado por el rĆ­o Paraguay, la Cordillera de Abambay, el rĆ­o ParanĆ” y el Salto del GuiarĆ” hasta encontrar al rĆ­o YguazĆŗ, que lo separa del mismo Estado de Matto- Grosso y del Estado del ParanĆ” cuya capital es Curitiba. De la Argentina se halla separado por el mismo rĆ­o ParanĆ” que lo separa de la Provincia de Misiones.

Al Sur. El rĆ­o ParanĆ” que lo separa de las provincias de Argentinas de Misiones, cuya capital es Posadas, de Corrientes, capital Corrientes; y el rĆ­o Pilcomayo, que lo separa de la Provincia de Formosa cuya capital es Formosa.

Al Oeste: Bolivia. Una lĆ­nea imaginaria que desde el FortĆ­n Cnel. FĆ©lix Cabrera (Hito V), baja hasta el FortĆ­n Aspirante Gabino Mendoza (Hito IV) y siguiendo en la lĆ­nea recta, pasa por los fortines Sargento RodrĆ­guez (Hito III) y 10 de octubre (Hito II) hasta encontrar el rĆ­o Pilcomayo, en el punto llamado Esmeralda (Tte. 1Āŗ Anselmo Escobar) (Hito I), que lo separa de los departamentos de Tarija y Sucre respectivamente.

El RĆ­o Paraguay en el tramo comprendido entre ParanĆ” y Pilcomayo, lo separa de la provincia de Formosa, y la Provincia del Chaco Argentino, cuya capital es Resistencia.

Calle AmƩrico Lugo Herrera
NaciĆ³ en Santo Domingo el 4 de abril de 1870. Historiador, crĆ­tico literario, periodista y abogado. Hijo de JoaquĆ­n Lugo Alfonseca y Cecilia Herrera Veras. RealizĆ³ sus estudios en Santo Domingo, obteniendo los tĆ­tulos de Bachiller en Ciencias y Letras (1886), Licenciado en Derecho (1890) y Doctor en Derecho (1916), estos dos Ćŗltimos en el Instituto Profesional.

Como servidor pĆŗblico representĆ³ a la RepĆŗblica Dominicana en el Congreso de Delegados Latinoamericanos celebrado en RĆ­o de Janeiro (1909) y en la Cuarta Conferencia Panamericana de Buenos Aires (1911). TambiĆ©n fue Consejero de las Delegaciones Dominicanas en Europa y los Estados Unidos (1913). FundĆ³ el periĆ³dico Patria (1921) y colaborĆ³ con el ListĆ­n Diario, El Tiempo, Nuevo RĆ©gimen y El Progreso, asĆ­ como con varias revistas nacionales y extranjeras especializadas en historia y literatura. RepudiĆ³ abiertamente la primera intervenciĆ³n norteamericana al paĆ­s ocurrida en 1916.

Su oposiciĆ³n a la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo Molina y su rechazo a una tentadora propuesta econĆ³mica de dicho rĆ©gimen para que escribiera la historia oficial dominicana del pasado y del presente, lo inscribiĆ³ en la lista de los enemigos del gobierno. Sus investigaciones histĆ³ricas las caracterizan la erudiciĆ³n, el sentido crĆ­tico con que analizĆ³ muchos capĆ­tulos de la historia nacional y la pureza y agilidad de su prosa. MuriĆ³ en Santo Domingo el 4 de agosto de 1952.
Obras

A punto largo (1901), Ensayos DramĆ”ticos (1906), Asuntos prĆ”cticos (1906), El Estado Dominicano frente al Derecho PĆŗblico (1916), La intervenciĆ³n americana (1916), Por la raza (1920), El nacionalismo dominicano (1923), ColecciĆ³n Lugo (1925).
Independencia Intelectual frente a la TiranĆ­a de Trujillo
Carta circulada clandestinamente donde se refleja el alto espƭritu moral de una de las mƔs brillantes figuras de la intelectualidad dominicana frente a la tiranƭa, y que la Librerƭa Dominicana se complace en reproducir para conocimiento general y como homenaje a su autor, el doctor AmƩrico Lugo.

Ciudad Trujillo,
Distrito de Santo Domingo,
13 de Febrero de 1936
GeneralĆ­simo
Rafael L. Trujillo.
Presidente de la RepĆŗblica.
CIUDAD

Honorable Presidente:

En el discurso pronunciado por Ud. el 26 de Enero Ćŗltimo al inaugurar el acueducto y el mercado de Esperanza, hace Ud. una afirmaciĆ³n que no puedo dejar pasar por alto, relativa al encargo que, a iniciativa de Ud. me fuĆ© propuesto por el gobierno dominicano y que, aceptado por mĆ­, diĆ³ ocasiĆ³n al contrato celebrado entre Ć©ste y yo en fecha 18 de julio de 1935, y en virtud del cual me he comprometido a escribir una nueva Historia de la Isla de Santo Domingo. Dicha afirmaciĆ³n es la siguiente: "Que Ud. me ha confiado el encargo de escribir, en calidad de Historiador Oficial, la historia del pasado y del presente".

Me veo en la necesidad de ocupar su elevada atenciĆ³n para manifestarle que no me considero historiador oficial ni obligado a escribir la historia de lo presente. No me considero historiador oficial, porque mi convenio excluye por naturaleza de toda idea de subordinaciĆ³n y debe ser cumplido exclusivamente bajo los dictados de mi conciencia.

No recibo Ć³rdenes de nadie y escribo en un rincĆ³n de mi casa. Tampoco me considero historiador del presente, porque, por el contrario, la clĆ”usula primera de mi contrato con el Gobierno Dominicano excluye de manera expresa el escribir la historia del presente.

Dicha clĆ”usula dice asĆ­: "El doctor AmĆ©rico Lugo se obliga frente al Gobierno Dominicano a escribir una obra intitulada Historia de la Isla de Santo Domingo, que constarĆ” de cuatro volĆŗmenes en octavo, de cuatrocientas pĆ”ginas, mĆ”s o menos, cada volumen; la cual comprenderĆ” el perĆ­odo comprendido entre los aƱos 1492 a 1899, o sea desde el descubrimiento de la isla basta la Ćŗltima administraciĆ³n del Presidente Ulises Heureaux inclusive. A partir de esa fecha, el Dr. Lugo se obliga a hacer en su obra un recuento histĆ³rico de las demĆ”s administraciones".

"Recuento" significa: EnumeraciĆ³n, inventario". En consecuencia, recuento histĆ³rico significa una enumeraciĆ³n de sucesos histĆ³ricos; pero de ningĆŗn modo significa escribir la historia de dichos sucesos. Y un recuento es lo Ćŗnico a que me he obligado, a contar de 1899 o sea de la Ćŗltima administraciĆ³n del Presidente Heureaux.
El tĆ­tulo de historiador oficial carecĆ­a de sentido aplicado a un historiador del pasado. No podrĆ­a referirse sino a la persona nombrada para escribir la historia de la administraciĆ³n actual; y la historia de la administraciĆ³n actual estĆ” excluida de mi Contrato, con el Gobierno Dominicano, como lo estĆ” la de todas las demĆ”s administraciones pĆŗblicas posteriores al 26 de julio de 1899.

Yo manifestĆ© al enviado de Ud. que mi deseo era y habĆ­a sido siempre no escribir historia sino hasta el aƱo 1886 solamente. Se me arguyĆ³ que mi historia quedarĆ­a muy atrĆ”s para los estudiantes; y en obsequio de Ć©stos convine en alargarla hasta 1899 y en hacer un recuento o enumeraciĆ³n de sucesos histĆ³ricos a contar de esa fecha, pero nada mĆ”s.

A Ud. no podĆ­a sorprenderle que yo me negase a traspasar en mi historia, los linderos del siglo XX. Ud. recordarĆ” que en Marzo de 1934 Ud. me ofreciĆ³ una fuerte suma de dinero para que yo salvara mi casa, a cambio de que yo escribiera la Historia de la DĆ©cada, lo cual era proponerme que fuese su historiador oficial; y Ud. recordarĆ” asĆ­ mismo que preferĆ­ perder mi casa, como efectivamente la perdĆ­, contestando a Ud. en carta de fecha 4 de abril de 1934 lo siguiente: "Yo podrĆ­a ser, aunque humilde, historiador, pero no historiĆ³grafo... Creo un error la resoluciĆ³n de escribir la historia de la Ćŗltima dĆ©cada.

Lo acontecido durante ella estĆ” todavĆ­a demasiado palpitante. Los sucesos no son materia de la historia sino cuando son materia muerta. Lo presente ha menester ser depurado, y sĆ³lo el tiempo destila el licor de verdad dulce y Ćŗtil para lo porvenir. Todo cuanto se escribe sobre lo actual o lo inmediatamente inactual, estĆ” fatalmente condenado a revisiĆ³n.

La administraciĆ³n del general VĆ”squez y la de Ud. sĆ³lo podrĆ”n ser relatadas con imparcialidad en lo futuro. El juicio que uno merece de la posteridad no depende nunca de lo que digan sus contemporĆ”neos; depende exclusivamente de uno mismo. Aparte de estas consideraciones decisivas, yo no podrĆ­a escribir ese trozo de historia por dos razones: la primera, mi falta de salud; la segunda, mi falta de recursos. Recibir dinero por escribirla en mis presentes condiciones, tendrĆ­a el aire de vender mi pluma, y Ć©sta no tiene precio".

No cabe en lo posible que quiĆ©n escribiĆ³ a Ud. lo que precede, acepte, ahora ni nunca, el cargo de Historiador Oficial. Aunque Ud. hubiera de alcanzar y merecer todo lo que se propone y dice en su discurso, de lo cual yo me alegrarĆ­a por el bien que reportarĆ­a el paĆ­s, yo no serĆ­a su historiĆ³grafo. No puedo serlo de nadie. Un historiĆ³grafo o historiador oficial huele a palaciego y cortesano, y yo soy la antĆ­tesis de todo eso. No soy ni puedo ser sino un humilde historiador de lo pasado, y sĆ³lo como tal me he obligado con el Gobierno.

Un historiador oficial es un historiĆ³grafo, y la diferencia que hay entre simple historiador e historiĆ³grafo ha sido magistralmente expuesta por Voltaire en su "Diccionario FilosĆ³fico", vocablo "HistoriografĆ­a", en donde dice: "Este tĆ­tulo es muy distinto del tĆ­tulo de historiador. Se llama historiĆ³grafo en Francia al hombre de letras que estĆ” pensionado. Es muy difĆ­cil que el historiĆ³grafo de un prĆ­ncipe no sea embustero, el de una repĆŗblica adula menos, pero no dice todas las verdades.

En China los historiĆ³grafos estĆ”n encargados de coleccionar todos los tĆ­tulos originales referentes a una dinastĆ­a... Cada soberano escoge su historiĆ³grafo. Luis XIV nombrĆ³ para este cargo a Pellisson. . . "

TambiĆ©n se debe a mi exclusiva iniciativa la clĆ”usula sĆ©ptima del referido contrato del 18 de julio de 1935, clĆ”usula que se refiere a la cesiĆ³n de 5.000 ejemplares al Gobierno Dominicano. Esta no me exigiĆ³ nada; pero yo no hubiera aceptado su oferta de escribir una historia sino a condiciĆ³n de ofrecer, a mi vez, la manera de reembolsar ampliamente la cantidad de dinero que costase escribirla y editarla. Es mi firme voluntad, sean cuales fueren las condiciones en que yo escriba mi Historia; poner desinteresadamente mi obra, por algĆŗn tiempo, a disposiciĆ³n del Estado.

He aceptado escribir una nueva historia de Santo Domingo a pesar de mi poca idoneidad por la razĆ³n capital expresada en 1932, en mi introducciĆ³n al curso oral sobre historia colonial, cuando digo: "El efecto mĆ”s doloroso para nosotros de la decadencia de la isla ha sido que, desde entonces, la historia de Ć©sta quedĆ³ enterrada en los archivos coloniales; y allĆ­ estĆ” y estarĆ” hasta que la rescate de la nociĆ³n que la conciencia nacional va creando de sĆ­ misma y tan poco a poco como lo requiere el hecho de que la formaciĆ³n de la conciencia nacional depende del conocimiento de la historia patria".

Cuando Ud. me propuso escribirla, enviĆ³ a decirme que Ud. consideraba que prestarĆ­a un servicio eminente a las generaciones futuras aportando su concurso para que yo la escribiera, y yo aceptĆ©, por mi parte, el escribirla, con el Ćŗnico pero elevado propĆ³sito de contribuir, siquiera modestamente, a la formaciĆ³n de la conciencia nacional, que todavĆ­a no existe pero aceptĆ© teniendo cuidado en evitar, como se vĆ© en las clĆ”usulas primeras y sĆ©ptima de mi contrato, que nadie pueda errĆ³neamente figurarse que pertenezco a la farĆ”ndula que sigue a Ud. como sigue a todos los potentados de la tierra, tratando de medrar a cambio de lisonjas.

Creo que, en honor a la verdad, si Ud. hubiera podido tener a mano y compulsar el contrato que he celebrado con el Gobierno Dominicano, no se habrĆ­a expresado en la forma en que lo hizo, atribuyĆ©ndome un cargo que no tengo y una obligaciĆ³n que no me corresponde. Creo tambiĆ©n que aunque Ud. me haya tratado muy poco, me conoce lo bastante, como me conoce todo el paĆ­s, para saber que yo no me puedo consentir en verme uncido a ningĆŗn carro triunfal. La virtud y la ambiciĆ³n son en principio incompatibles. Los vencedores no tienen entrada franca en mi cristianizado espĆ­ritu.

Los que la tienen son los pobres y los humildes. "Los humildes serĆ”n ensalzados y de los pobres es el reino de los cielos", dice el Evangelio. En cuanto a los grandes triunfadores, Ć©stos pertenecen a la historia: ella se los entrega a la posteridad, y la posteridad ha de juzgarlos. No se puede formar Juicio histĆ³rico contemporĆ”neo sin violar la jurisdicciĆ³n de ese tribunal misterioso y supremo.

Yo no tengo "una mentalidad erudita". SĆ³lo tengo ideas claras y rectitud de corazĆ³n. No he estudiado nunca por la simple curiosidad de saber, sino, conforme a AristĆ³teles, para ser bueno y obrar bien. En este sentido creo que la lectura de la historia es una suprema lecciĆ³n de moral. Es injustificado el desdĆ©n hacia la historia del pasado. No hay pasado obscuro. La obscuridad sĆ³lo estĆ” en nosotros. Es del pasado de donde viene siempre la luz con que vemos hoy con el espĆ­ritu las cosas, sencillamente porque no puede venir del porvenir. El porvenir serĆ­a tan obscuro como la muerte, si no fuera porque la luz de lo pasado es tan potente que permite prever ciertos acontecimientos de un futuro prĆ³ximo. Y la ciencia difĆ­cil del mando es la eminencia sobre la cual la historia proyecta con mĆ”s claridad la luz. Aunque la marcha de la humanidad sea progresiva, el hombre de Estado debe abismarse en la contemplaciĆ³n de lo pasado, porque Ć©ste es raĆ­z, tronco y savia de los frutos del presente, sin los cuales Ć©ste se marchitarĆ­a y se secarĆ­a como rama arrancada del Ć”rbol.

Antes de elaborar sucesos histĆ³ricos es indispensable estudiar los sucesos realizados por las generaciones anteriores. Ellos son la experiencia de la vida; ellos suministran las reglas y modelos. Y de modo singular necesita el polĆ­tico el conocimiento del pasado de su pueblo, porque ese pasado es la cantera de los materiales apropiados para la fĆ”brica de una obra polĆ­tica verdaderamente nacional.

La Ć­ndole de un pueblo no puede estudiarse sĆ³lo en su generaciĆ³n viviente. En polĆ­tica ninguna soluciĆ³n es fĆ”cil; ningĆŗn error es teĆ³rico. Las disposiciones legislativas de un pueblo, aunque sean cientĆ­ficas; son perturbadoras cuando no respondan a sus necesidades, a su situaciĆ³n, opiniones y creencias. Lo que se llama reconstrucciĆ³n nacional debe hacerse de acuerdo con lo pasado: la reconstrucciĆ³n contra el pasado es pura ideologĆ­a; es lo mismo que si para reparar un edificio, se prescindiese de Ć©l.

Los mĆ”s grandes, guiadores de sociedades y de ejĆ©rcitos han medido sus pasos por la lecciĆ³n de la historia y acuƱado sus hazaƱas en este acerado y finĆ­simo troquel. Los mejores reyes y capitanes de Grecia y Roma y del mundo se criaron y formaron en el regazo de la historia, y aĆŗn algunos magistralmente la escribieron. La almohada de Alejandro era la Iliada junto con su espada; CĆ©sar puso al lado de la suya sus admirables Comentarios; y NapoleĆ³n, en sus reflexiones sobre la campaƱa del Magno Macedonio, nos revela su atento y profundo estudio de lo pasado. El rey Alfonso el Sabio, el hombre mĆ”s culto del siglo XIII, escribiĆ³ la Historia de EspaƱa para enseƱar al pueblo espaƱol sus orĆ­genes; tambiĆ©n escribiĆ³ la del suyo el profeta MoisĆ©s, mientras lo guiaba a la tierra prometida; y Mahomet el Conquistador leĆ­a y fundaba escuelas mientras combatĆ­a. La excelsitud no se improvisa. Las grandes acciones exigen poderoso y cultivado entendimiento, y necesitan ser puestas, antes de ser realizadas con audacia, bajo el signo de la prudencia, virtud suprema del que manda y rige pueblos y que sĆ³lo se acendra en la lecciĆ³n atenta de la historia.
La actual generaciĆ³n dominicana es precisamente, en mi pobre concepto, la mĆ”s desgraciada de cuantas han hollado con su planta el suelo de la isla sagrada de AmĆ©rica.

DĆ©bese Ć©sto a la OcupaciĆ³n Americana, que fuĆ© escuela de cobardĆ­a y envilecimiento, debilidad y corrupciĆ³n, y cuya acciĆ³n depresiva y deletĆ©rea destruyĆ³ la energĆ­a del carĆ”cter, la seriedad de la palabra, la vergĆ¼enza en el obrar, dejando, a la hora de la DesocupaciĆ³n, un pueblo muelle, despreocupado y descreĆ­do sobre esta tierra de acciĆ³n y de fĆ©, que fuĆ© almĆ”ciga de hĆ©roes desde los primeros tiempos del descubrimiento del Nuevo Mundo y que diĆ³ a Ć©ste, en el siglo XIX, un prĆ­ncipe de la libertad en Francisco del Rosario SĆ”nchez. Los poderes pĆŗblicos deben estimular en nuestra juventud el florecimiento de aquellas energĆ­as de que dieron alta prueba MeriƱo frente a Santana, LuperĆ³n frente a EspaƱa, Emiliano Tejera frente a BĆ”ez, Luis Tejera frente a la tentativa filibustera de 1905, y, frente al desembarco de los norteamericanos en San Pedro de MacorĆ­s, Gregorio Urbano Gilbert. Es menester buscar al historiador dominicano que mĆ”s se asemeje a TucĆ­dides, para que evoque en toda su Ć©pica belleza el proceso glorioso de esta repĆŗblica nuestra durante la AnexiĆ³n y riegue con la corriente y declaraciĆ³n de los sucesos antiguos los modernos, a fin de vigorizar la debilitada cepa del presente.

Mi creencia, cada vez mĆ”s arraigada, de que el pueblo dominicano no constituye naciĆ³n, me ha vedado en absoluto ser polĆ­tico militante. No he sido, dentro de los tĆ©rminos de mi paĆ­s, ni siquiera alcalde pedĆ”neo. En una serie de artĆ­culos publicados en 1899 y reproducidos luego en "A Punto Largo", he escrito lo siguiente: "Gobernar es Amar". "Son, a mi ver, mĆ”s compulsivos para el polĆ­tico que para el sacerdote los deberes de humanidad, dulzura, piedad y tolerancia, porque lo mĆ”s grave de la ley es como afirma San Mateo. el juicio, la misericordia y la fĆ©. Para mĆ­ la cuestiĆ³n no es dispensar el bien y el mal como las divinidades antiguas, sino hacer el bien; es no adoptar resoluciones que no estĆ©n cimentadas en la rectitud del corazĆ³n, es dar al pueblo toda su personalidad enĆ©rgica y viril, fortificando diariamente su espĆ­ritu en el rudo ejercicio de la libertad, que es el Ćŗnico que produce los caracteres enĆ©rgicos que forman las naciones y mantienen independiente al estado de toda dominaciĆ³n extranjera; es proporcionar, no la educaciĆ³n meramente intelectual que sĆ³lo sirve para aumentar las filas de los peores auxiliares del poder, sino la que fecundiza, extiende y vivifica la libertad jurĆ­dica, hasta el punto de producir la libertad polĆ­tica, que es la verdadera libertad; es poner fuera. de todo alcance los derechos del ciudadano y reducir al mĆ­nimum necesario los de los poderes pĆŗblicos, es finalmente, consagrarse al bien pĆŗblico con perfecto desinterĆ©s material e inmaterial, amar la pobreza y practicarla, despreciar el aplauso en absoluto, adoptar sĆ³lo los medios que justifiquen la nobleza de los fines y acuƱar la paz en las palabras, en las medallas, en los actos y en las almas.

Suplico a Ud. dispensarme por haberle distraĆ­do de sus importantes ocupaciones, y espero que Ud. no tendrĆ” inconveniente en reconocer, como es de estricta verdad y justicia, que no estoy encargado de escribir la historia del presente, sino la del pasado hasta el 26 de Julio de 1899, y que lo Ćŗnico a que estoy obligado, respecto del presente es a hacer una enumeraciĆ³n de los sucesos histĆ³ricos a contar de 1899, todo de conformidad a mi contrato con el Gobierno Dominicano, de fecha 18 de julio de 1935; y que es conforme a este criterio que debo continuar escribiendo la Historia de la Isla de Santo Domingo.

Soy de Ud. Honorable Presidente, con sentimientos de la consideraciĆ³n mĆ”s distinguida.

Calle FernƔndo Arturo LogroƱo
NaciĆ³ en la ciudad de Santo Domingo, en el aƱo 1891, de profesiĆ³n abogado.
A la edad de 20 aƱos ya era un orador de renombre, titulado licenciado en derecho y farmacia; periodista y profesor de derecho internacional, publicĆ³ en la Universidad de Santo Domingo su primera obra titulada “Compendio DidĆ”ctico de Historia Patria”. Fue editorialista en el periĆ³dico “ListĆ­n Diario”.

Durante el rĆ©gimen del tirano Rafael Leonidas Trujillo Molina, ocupĆ³ importantes posiciones en la administraciĆ³n pĆŗblica: Secretario de Estado de la Presidencia, Consultor JurĆ­dico del Poder Ejecutivo, Secretario de Estado de Interior y PolicĆ­a, Secretario de Estado de EducaciĆ³n Bellas Artes y Cultos. TambiĆ©n fue elegido Senador del Congreso de la RepĆŗblica.

FernƔndo Arturo LogroƱo fue considerado un orador con grandes recursos y de una amplia cultura.

Entre las obras que escribiĆ³: “Pro-Duarte”, “Centenario de LuperĆ³n”, “SimĆ³n BolĆ­var”, “DĆ­a del Presidente Trujillo”, ademĆ”s, un sin nĆŗmero de piezas oratorias.
MuriĆ³ en Santo Domingo, capital de la RepĆŗblica Dominicana, despuĆ©s de realizar un gran servicio a su patria, en el aƱo 1949.

Calle Marcos Ruiz
La Marcos Ruiz es una calle eminentemente comercial, las empresas de repuestos de vehƭculos son las mƔs notables, esta calle comienza en la pared del cementerio Nacional del lado de la calle Marƭa Montez.

De Marcos Ruiz no se encuentran datos en las bibliotecas, tampoco las bibliotecas de los Ayuntamientos, especialmente en la del Distrito Nacional.

Lo extraƱo de todo esto es, que ni siquiera la ordenanza se puedo conseguir. Al parecer Marcos Ruiz, es un distinguido personaje desconocido.

Debemos seƱalar que todo el tiempo de investigaciĆ³n que dedicamos para recopilar datos de la mayorĆ­as de los personajes de nuestras calles, muchos de estos fueron difĆ­cil de obtener, ya que las instituciones especialmente las culturales y el Ayuntamiento no tienen como dar respuestas a investigaciones de estas naturalezas que buscan llevar al dominio pĆŗblico todo lo relativo a estos extraordinarios dominicanos.

Calle Pedro Livio CedeƱo Herrera
Pedro Livio CedeƱo Herrera, ilustre dominicano nacido en la ciudad de HigĆ¼ey, en el aƱo 1912. A temprano edad se inclina por los estudios militares, asĆ­ decide ir a estudiar ciencias militares en Estados Unidos de AmĆ©rica.

Su educaciĆ³n militar le permite conocimiento de estrategia en combates, sirviendo esto para ingresar a las filas de nuestro EjĆ©rcito Nacional. Pedro Livio CedeƱo participa n el aƱo 1961 en la conspiraciĆ³n que dio al traste con la tiranĆ­a de Rafael Leonidas Trujillo Molina; fue un militar integrado a la sociedad, lo que explica su participaciĆ³n en la muerte del dictador, demostrando que en muestra historia militar han existido hombres sensibles a los problemas sociales.
Pedro Livio CedeƱo era hombre que tenia acceso a informaciones, por la cercanƭa que tuvo con la fƩrrea dictadura Trujillista.

ParticipĆ³ directamente en la acciĆ³n contra Trujillo en el 30 de Mayo del 1961, fue herido en ella y posteriormente detenido en la clĆ­nica Internacional. A seis meses del asesinato del sĆ”trapa, RamfĆ­s Trujillo MartĆ­nez, en franca venganza, asesina al ilustre militar Pedro Livio CedeƱo, el 18 de noviembre del 1961, en la hacienda MarĆ­a “Nigua” junto a los demĆ”s conjurados. Con ello, el hijo del tirano, quiso demostrar que el poder de su padre, seguĆ­a teniendo vigencia, a pesar de la desapariciĆ³n del dictador, y que Ć©l podĆ­a ser un digno heredero de la tiranĆ­a. Pero el desbordamiento de las masas animadas de un fuerte sentimiento antitrujillista, muy pronto le hicieron salir al exilio, conjuntamente con todos sus familiares del tirano.

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